¿Es el ego el motor de un deportista?: Marcelo Gutiérrez
Siempre hay un comienzo en cada proceso, carrera o profesión. En este caso, hablaré del proceso de un deportista de alto rendimiento o para ser más exacto, de mi propio proceso como deportista.
Creo que la mayoría de seres humanos, al momento de iniciar un reto u oportunidad, nos impulsamos por las ganas del momento y vemos ese inicio con humildad e ingenuidad, creyendo que todo el proceso estará acompañado por esos sentimientos. Sin embargo, en medio de ese proceso y a medida que rompemos esquemas, alcanzamos metas y empezamos a ser mejores en lo que hacemos, entendemos que las intenciones del inicio se transforman y que ser competitivos y ambiciosos es necesario para luchar por nuestros sueños.
Cuando uno establece una meta personal y lucha todos los días por alcanzarla, aprende que los sacrificios, la disciplina y los esfuerzos son los mejores amigos y a medida que uno va logrando lo que se propone, esos sentimientos iniciales empiezan a ser motor de un “yo puedo y yo soy capaz” que requiere de poder aumentar la confianza, la certeza y la ambición; palabras que normalmente asociamos a cosas negativas y al ego.
En mi caso, mirando hacia atrás y luego de quince años compitiendo, soy consciente que estas palabras representaron gasolina para poner a andar mi motor e ir sin tanto miedo detrás de mi gran causa o propósito.
Desde mi experiencia, estos elementos se deben manejar con humildad y estableciendo límites, lo cual es difícil y por eso en muchos casos me dejé llevar por esos impulsos y, es justo acá donde quiero plantearles una corta reflexión.
El año pasado (2019), en medio de la temporada y de muchos cambios que venía teniendo en mi vida a raíz de distintas situaciones y al empezarme a sentir un poco cansado de competir, empecé a buscar respuestas a grandes dudas que me planteaba en torno a mi futuro en el corto plazo, y a la posibilidad de dejar de competir, para lo cual tuve que “luchar” contra mi propio ego, orgullo y ambición.
Para ser más exactos, todo ocurrió antes de una carrera en Fort William, Escocia; en una pista que es donde mejor me había ido a lo largo de mi carrera deportiva en las copas del mundo.
Venía ya de tener un largo bache en términos de resultados y de sentirme perdido en general con lo que quería para mi vida. Llegué a esta pista con expectativas de poder allí, volver a sentir esa llama interna y ganas de “sacarla del estadio”, sin embargo para sorpresa mía, bajada tras bajada me sentía menos motivado, me sentía como un pasajero en una bicicleta, me sentía cumpliendo únicamente un deber.
Así pues, llegó la hora de salir del partidor, ni nervios o ansiedad de competir sentía y fue allí que acepté, que me encontraba frente a una decisión importante que generaría un gran cambio en mi vida y que realmente no sabía ni cómo explicarlo o plantearlo a los de mi entorno.
Después de este suceso, me empecé a hacer preguntas como ¿qué significa ser mejor que otro? ¿por qué debo o quiero ser mejor que otros, especialmente en términos competitivos? ¿por qué siento esa necesidad de figurar pero al mismo tiempo agotamiento? ¿estoy intentando ser mejor para mí o para satisfacer a otros?
De este largo ejercicio quedó un gran resultado y una gran respuesta, quería parar de competir durante el año 2020 y dejaría que ese año me llevara por nuevos caminos para continuar descubriendo mis propias fortalezas y debilidades. Claramente no vi venir una pandemia, pero ha sido parte fundamental de mi proceso.
De esta conclusión y deseo de cambiar un poco el rumbo de mi vida, surgieron otras conclusiones:
- Un eterno agradecimiento por poder haber hecho realidad el sueño que me planteé siendo tan solo un niño.
- Un inmenso deseo por compartir con las personas mi proceso para a través de esto poder invitar a quiénes me siguen, sin importar la edad, a que no tengan miedo y confíen en sus propios caminos.
Si algo me ha dejado el deporte, es la forma de pensar desde la recursividad y es desde allí que me estoy moviendo ahora mismo, amo la bicicleta y quién soy como persona gracias al deporte, sin embargo ahora lo estoy haciendo desde otro lugar, desde aquel donde permanentemente busco hacer lo que me gusta, lo que me llena y me apasiona y, lo hago valiéndome de mi corazón para sacarlo adelante.
Ahora mismo, no estoy pensando que será de mi vida en los próximos 3 a 5 años, estoy identificando todo lo que me apasiona y trabajando arduamente por ser una mejor persona desde allí.
Me han apasionando los temas de turismo, de naturaleza, de viajar para vivir experiencias y por supuesto, usar la bici para mezclar estos dos elementos y así visitar lugares mágicos en Colombia, disfrutar de paisajes, de nuestra gastronomía, de un buen café y por qué no, de un par de cervezas bien frías después de haber tenido un gran día en dos ruedas.
Para terminar, les dejo una gran invitación, vivan sus vidas para ustedes mismos, eviten al máximo el egoismo y no piensen tanto en el qué dirán, concentren toda su energía en ser su mejor versión, que eso automáticamente los llevará a ser mejores personas para la sociedad y sus más cercanos.
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