Quieren una fiesta de fútbol, pero sin invitados…

Foto / Pablo Bohórquez

Vuelve el clásico regional por el ascenso, pero restringido para el hincha visitante.

Los hinchas del Deportes Quindío tendrían que ver el clásico desde sus casas, este viernes 2 de noviembre. Así lo determinó la Comisión de Seguridad de Pereira, donde además se aprobó la apertura de la tribuna oriental en el Estadio de Pereira, y se clasificó el evento en categoría B, lo que implica un mayor despliegue logístico.

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Es muy importante anticipar las condiciones de seguridad para garantizar, por lo menos desde allí, que el  clásico del fútbol regional por el torneo de ascenso se cumpla en las mejores condiciones. Sin embargo, otras vez es el hincha, en este caso cuyabro, quien será privado de vivir el encuentro por lo menos desde el estadio Hernán Ramírez Villegas.

Y es que el precedente de lo sucedido en el centenario de Armenia en el último encuentro disputado entre ambas escuadras, dejó gran preocupación para las autoridades de Pereira, que en materia de seguridad prefieren prevenir situaciones, como las ya vistas en la ciudad milagro. Ante la situación, está bien priorizar la seguridad y la logística, pero nos seguimos cuestionando el hecho de la privación.

La medida coercitiva, la medida privativa, aquella medida que reconoce la parte negativa del comportamiento y a su vez desconoce la parte positiva de la pasión, del fervor por los colores, el valor simbólico de lo que significa para el hincha seguir, acompañar y respaldar a su equipo, es lo que nos cuestiona.

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Y nos cuestiona, porque amar un equipo de fútbol ahora tienen su peso de exclusión, como sucede hoy. Pareciera que llevar una u otra camiseta de fútbol, genera la sensación de peligro, de miedo, de inseguridad; y todo porque en conclusión no se educa al hincha para ser hincha, no se invierte en procesos de formación que les permita asumirse con respeto y responsabilidad en su condición.

Foto / Pablo Bohórquez

Ser hincha, es una condición que se asume por voluntad, por contagio, por herencia, por gusto; es una decisión autónoma, libre y sobre todo arraigada a la identidad de una comunidad.

Pero es ahí, donde la identidad se ha tejido en un entorno de tensión, de agresión, de beligerancia, como reflejo de comunidades que desahogan sus emociones negativas en escenarios de conflicto, en ocasiones sumidos por el consumo de sustancias psicoactivas, relaciones de poder entre pandillas, y tensiones que reflejan las complejidades sociales de hinchas que se asumen en la fanaticada.

Si bien las comisiones de seguridad, cumplen su labor de pensar y anticipar los posibles riesgos en eventos como estos, también es cierto que las decisiones y medidas que se toman son coyunturales, poco estructuradas en realidades de fondo, y con muy poca participación y empoderamiento por parte de los hinchas y seguidores implicados en estas situaciones.

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Para el clásico cafetero, habrá más tribunas disponibles, más policías atentos, mayor logística, pero menos hinchas. Claro, los locales esperan la masiva asistencia del público pereirano, pero también se privan de recibir la visita, algo que impacta las finanzas (puesto que reduce el número de ingreso por taquilla), pero sobre todo afecta la posibilidad de ver una verdadera fiesta de fútbol, que ante la limitada educación de los hinchas corre el riesgo de pasar de fiesta a guerra. Entonces es bueno evitarla, pero también es necesario alimentar la fiesta, y fiesta sin invitados… no será fiesta.

Ojalá algún día se conozcan planes más profundos en la materia, y no como siempre ha sucedido, medidas coyunturales fundamentadas en la privación de las libertades.

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