Andrés Mauricio Salazar, el ‘rookie’ del baloncesto colombiano
El quindiano Andrés Mauricio Salazar Ospina se despidió de la Liga de Baloncesto Profesional que se disputa en Cali, debido a una fractura en el quinto metacarpiano de su mano derecha en el juego ante Búcaros de Santander. Esta es la vida del armador cafetero.
Nació en una familia basquetera de Quimbaya, Quindío, en noviembre de 1997, es el hijo menor de Jorge Salazar y Luz María Ospina. Su hermana mayor, Ingrid, le dio uno de los tesoros más preciados, a Juan Pablo, un niño de dos años que es la luz de Andrés Mauricio.
“Toda mi familia jugó baloncesto, mi hermana, mi mamá, mi papá, quien además fue mi entrenador gran parte de mi vida. Siempre hemos vivido en el barrio Laureles en el pueblo, disfruté mucho de la calle porque casi no pasaban carros por ser la última cuadra. De niño jugué algunos años fútbol, hasta que me decidí por la pelota naranja”, explicó Andrés Salazar.
Primera pasión
Cuando incursionó en el deporte, la primera disciplina que le llamó la atención fue el fútbol, como a la mayoría de niños del país. Perteneció al Club Alfer en Quimbaya desde los cinco años, fue portero y le iba bien en lo que hacía. Llegó a reforzar a la Academia Jorge Bermúdez, con su colegio el Policarpa Salavarrieta fueron terceros en los Intercolegiados departamentales.
Su gran ídolo de infancia fue el ‘Pato’ Abbondanzieri, guardameta de Boca Juniors de Argentina en la década del 2000, equipo del que es hincha este quindiano. Precisamente, por este portero, las personas que lo conocen desde pequeño, lo llaman ‘Pato’.
“Mi papá me regaló el uniforme de Boca y estaba marcado como ‘Pato’, entonces así me quedé para la gente que me conoce de Quimbaya. Nunca había llorado tanto como en 2004 cuando Once Caldas le ganó a mi equipo, para mí no valía que fuera un club colombiano. Igual al tiempo dejé este deporte porque aparecieron prioridades”, contó.
Cuando empezó a estudiar inglés en el Colombo Americano, decidió dar un paso al costado en el fútbol, debido a que las clases eran los sábados y coincidían con los partidos. Por esto, Andrés pensó que él no iba a entrenar en semana para no poder jugar los fines de semana. Así que decidió enfocarse en el idioma.
Salto de inicio
Su entrada en el mundo de la pelota naranja fue por decisión propia, pero se dio en medio de la coincidencia. Su padre era el que manejaba el baloncesto en el municipio, lo había dejado el tiempo en el que Andrés jugó fútbol, pero cuando su hijo con 11 años decidió entrar a esta disciplina deportiva, Jorge Salazar volvió a dirigir al Club San Jorge de Quimbaya.
“Muchos creen que el equipo se llama así por mi papá, pero no, es por el patrocinador que tenía una panadería con ese nombre. Me costó la transición a este deporte, más que todo en lo físico, yo era gordito y estaba acostumbrado a estar muy quieto cuando tapaba. Los de mi casa, además los amigos de mis papás se alegraron cuando decidí entrar al baloncesto”, indicó.
En el inicio se destacó por su habilidad para manejar el balón, además de la buena visión de juego que tenía. Los reflejos que adquirió como portero, también le ayudaron para desenvolverse en el deporte. Todo esto suplió los centímetros de estatura que para muchos le hacían falta, además lo motivó para siempre superarse.
Con 13 años y luego de un torneo en Montenegro, el Club Maes Sport de Armenia lo becó para que jugara con ellos. Entonces al joven quindiano le tocaba viajar lunes, miércoles y viernes con su padre a la capital del departamento a los entrenamientos, además los días que no le tocaba, seguía la preparación en el club de Quimbaya.
“Cuando fui sentí el impacto porque se notaba la diferencia en la mentalidad, los ejercicios podían ser los mismos, pero la manera de ejecutarlos era diferente. Igualmente, en el pueblo yo era el referente y cuando llegué Armenia, me tocaba trabajar el doble para ganarme un puesto, porque siempre he sido juicio”, resaltó.
El esfuerzo da resultados
Después de seis meses de entrenar con el club, fue incluido en el plantel que fue como Selección Quindío para un torneo nacional, aunque acepta que viajó como reserva, reconoce que la experiencia le sirvió para trabajar más duro y en años siguientes, ser el único de ese equipo que se mantuvo jugando en el alto nivel.
La vida le dio siempre revancha y representó a su departamento en tres nacionales, uno Sub-17 (Chocó) y otros dos Sub-20 (Cartago y Bogotá). En todos quedó tercero, dejando una gran impresión con su baloncesto, lo que le sirvió para que Cafeteros de Armenia se fijara en él.
“Casi siempre que vamos a eventos nacionales, hacemos una buena representación. En esa época yo hice dupla con Juan Cárdenas, quien es antioqueño y Selección Colombia. A los dos nos llamaron de Cafeteros en 2014 porque tenían un proyecto a futuro con los juveniles, yo tenía 16 años”, dijo.
Universidad
En 2013 terminó el colegio, no quería perder tiempo de estudio y por locura como lo dice Andrés Mauricio, empezó la carrera de Biología en la Universidad del Quindío. Estuvo un mes en las aulas de clase, se dio cuenta que eso no era lo de él y habló con sus padres para tomar la mejor decisión.
La prioridad seguía siendo el deporte, por lo que rápidamente entendió que dicha carrera no le iba a permitir combinar ambas actividades. Los papás lo apoyaron en la decisión, le dijeron que no perdiera más dinero en transporte, entonces no volvió más en ese semestre.
“Ellos me apoyaron, pero mi papá me dejó de hablar como 15 días, porque luego de eso, fue el nacional de Cartago, ahí me contactó Cafeteros para hacerme la propuesta y a él se le olvidó todo de repente. A mitad de año del 2014 quería empezar Lenguas Modernas, pero ellos no me dejaron para que pensara bien todo”, recordó.
En 2015 inició Lenguas Modernas en la misma institución académica, porque para él, es una carrera que le abre muchas puertas en el campo laboral. De igual manera, lo hizo pensando en el baloncesto, debido a que ya había ganado camino, estudiando inglés desde el colegio.
Desde ese momento se despegó de su familia y se fue solo a Armenia para hacer sus estudios. En 2016 fue campeón nacional universitario y desde ahí todos los años fueron campeones zonales, para disputar las finales con las mejores universidades del país. Se graduó en 2019 y ese año se despidió como máximo anotador del torneo.
“Irme de la casa fue complicado más que todo por las comidas, había un poco de desorden alimenticio. Con la soledad no tanto porque tenía amigos en Armenia, además viajaba cada ocho días a Quimbaya. He sido muy juicioso, entonces pude cuadrar muy bien los horarios para entrenar y estudiar. Aunque agradezco porque en la Universidad siempre me dieron permisos”, expresó.
Inicios en el profesionalismo
El ‘rookie’ como es conocido Andrés Salazar en el baloncesto, llegó a Cafeteros en 2014, bajo la orientación de Carlos Peralta. Estuvo entrenando con el equipo todo el segundo semestre de ese año y debutó en el coliseo del Café ante Sabios. Jugó 30 segundos, en los que pudo impresionar a la gente con un poco de su talento.
En 2015 siguió con el equipo, sumó más minutos en campo y lo llevaban a los viajes por fuera de la ciudad. Siguió aprendiendo de los más experimentados y aplicaba ese conocimiento con el equipo de la universidad o con la Selección Quindío. Andrés por sus estudios ayudaba a los extranjeros del club con el idioma.
“Me dicen el ‘rookie’ porque significa novato y así se les conoce a los que llegan nuevos a los equipos de baloncesto en Estados Unidos. Así me pusieron y nunca me lo quitaron, me gusta que me lo digan, me he hecho un nombre. Mi debut con el equipo de casa fue especial, hubo nervios por la cantidad de gente que estaba en el coliseo, pero fue emocionante para mí y mi familia”, aclaró.
En 2016 Cafeteros no sacó equipo y fue un momento de decepción para el basquetbolista porque dejaba en el camino un proyecto que le habían prometido. Estuvo dos años dedicado a los estudios, además al baloncesto universitario, en los que tuvo grandes resultados.
Para 2018 volvió el equipo de Armenia para disputar la Copa Nacional, el evento en el que juegan solo deportistas colombianos. Ahí tuvo total protagonismo, quedaron terceros porque perdieron la semifinal ante Samarios de Santa Marta y en el juego por la tercera casilla, Salazar convirtió 25 puntos.
“El protagonismo me sirvió para que en el segundo semestre, Tomás Díaz me llevara a Cóndores para jugar la Liga de Desarrollo Sub-21, también quedamos en la casilla tres y me invitaron a ser parte de la Liga Profesional en la primera aparición de Titanes. No acepté porque quería terminar los estudios y hoy me arrepiento porque ese año fueron campeones, además en mi Universidad hubo paro”, comentó.
Consolidación
Luego de haber sido máximo anotador en el torneo universitario y haber estado en el top 5 de encestadores de la Copa Nacional en 2019, llegó una oportunidad que el ‘rookie’ no esperaba. A principios del 2020 dejó de lado el deporte para empezar a trabajar. Ingresó como profesor de inglés al colegio Gimnasio Contemporáneo de Armenia.
Llegó la pandemia y esto le permitió retomar la actividad física. Igualmente recibió la llamada del gerente de Cóndores, quien lo quería en su equipo para la burbuja de Cali. Habló con el colegio, le dieron permiso porque las clases eran virtuales y se fue para Cundinamarca a prepararse con el entrenador David Watkins.
“Fue una buena oportunidad porque no lo tenía como prioridad ese año, además pude hacer mis dos pasiones, así me tocara dictar clase desde un bus. Con Watkins jugué mucho, creyó en mí todo el tiempo y si hoy estoy en un equipo que es grande, en parte es gracias a él. Siento que me dio la oportunidad de mi vida”, confesó.
En 2021 estuvo hasta abril con el colegio, porque renunció para meterse de lleno en el baloncesto. Le llegó propuesta de Motilones para la Liga Profesional, sin embargo, no tuvo que pensar mucho para aceptar la oferta que le hicieron desde Cafeteros.
Estuvo presente en tres partidos, era el cambio del jugador Jawan Davis, y en el encuentro en el que sentía que se estaba ganando el puesto de titular, una patada del rival en su mano derecha, le fracturó el quinto metacarpiano. Fue operado el miércoles 5 de mayo y estará por ahora 30 días con una férula.
“En el tiempo que estuve me sentí contento, hice un gran papel, aunque me hubiera gustado seguir más en cancha. En el club me han apoyado, quieren contar conmigo para la segunda burbuja, así que volveré más fuerte. Sueño con jugar mucho tiempo baloncesto, estar en Selección Colombia y jugar por fuera del país para ayudar a mi familia en lo económico”, finalizó.
Este admirador de Russell Westbrook y los Ángeles Lakers, es un apasionado por lo que hace, lucha por sus sueños y vive la vida siempre con una sonrisa en el rostro. Está pronto a cumplir los 24 años, por lo que el Eje Cafetero y Colombia, tendrán otro tiempo más para disfrutar del baloncesto del ‘rookie’.
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