Palpitando a la distancia con el título del Pereira
Por: Danilo Gómez Herrera
La peregrinación hasta Tuluá el jueves 6 de junio y la parte previa al juego definitivo en el Hernán Ramírez Villegas el lunes siguiente, fueron documentados por colegas y amigos quienes me compartían las vivencias de la gran hinchada del Deportivo Pereira.
Las fotografías mostraban el imponente marco de los seguidores Matecañas en el estadio tulueño, en la tierra del “Tino” Asprilla.
El gol de Diego Álvarez en el estadio Doce de Octubre para el 2 x 1 en contra se convertía en esa cuota de esperanza para el juego de definitivo.
Y en la vuelta otra vez el goleador antioqueño con su cabezazo salvador volvió a dar la tranquilidad en el 2 x 1 a favor, no solo para la tribuna, sino para todo un pueblo, incluidos los que estamos por fuera de la comarca.
Armando Gómez, Mauricio Gómez, Carlos Alfonso Ryaño, Óscar Alzate, Julián Santa, Mario Alberto Valencia y Orlando Salazar, fueron los oportunos corresponsales. A ellos mil gracias. ¡Cómo se sufre cuando se está por fuera!. Y en el juego definitivo a vibrar y gozar frente a la pantalla.
En un plantel laborioso, donde nadie se esconde ni se arruga, hubo jugadores de un valioso aporte. Y cada quien respondió en el rol que le dio su técnico Néstor Cravioto.
Por eso en el momento en que el equipo necesitó las manos salvadoras del hombre llegado desde Itsmina, Chocó, éste respondió con creces, y de paso le cumplió a su técnico y a su hinchada.
Cuando Harlem “Chipi Chipi” Castillo salvó al Deportivo Pereira en el penalti desviado frente a Cortuluá, en el trámite del partido, empezó a construir su gran noche , cristalizada en los lanzamientos de la definición. Allí no solo le devolvió la confianza a un pueblo ilusionado, a una tribuna en suspenso, sino que también le cumplió la promesa a su entrenador Néstor Cravioto.
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El arquero le contó a Mauricio Trujillo en una entrevista en medio de la celebración que en el torneo le habían marcado tres goles de penalti, entonces recordó la sentencia de su entrenador… “Chipi, cuándo vas a parar un penalti?”, le preguntó Néstor Cravioto a su arquero. “Profe, esté tranquilo que llegará el partido oportuno”, le respondió el guardapalos.
Entre risas, los dos personajes recordaron la anécdota tras la obtención del título del primer semestre en el Torneo de ascenso frente a Cortuluá. El escenario: Monumental Hernán Ramírez Villegas colmado de entusiastas hinchas de amarillo y rojo.
El adiestrador argentino confirmó lo dicho por Harlem Castillo, y agregó que en el túnel, camino a la jornada de la consagración, tuvieron un diálogo muy singular, en el que sin pronunciar palabra alguna fijaron el cumplimiento de la promesa… “Fue una mirada cómplice, donde el técnico le recuerda el pedido al jugador, y éste confirma que todo se cumplirá al pie de la letra”, remató el profesor Cravioto, en diálogo con El Gran Combo de Radio Múnera en Medellín un día después del cotejo.
Celebrar la obtención de un título, besar la Copa, dar la vuelta olímpica, embriagarse de emoción, y gritar sin control, fueron expresiones de un sentimiento represado por una de las hinchadas más fieles del mundo del fútbol, la estoica parcialidad Matecaña.
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Abrazarse con el vecino de puesto en la tribuna, con ese grupo que acompañó al equipo en momentos de soledad, inclusive con aquellos a los que nunca antes se había visto, o en el reencuentro con viejos amigos. Los mensajes por las redes sociales para compartir a la distancia. Numerosas e interminables expresiones de alegría fueron provocadas por ese equipo que tantas veces despachó a la gente renegando por una derrota como aquella noche frente al Chicó. De esa manera vimos por la pantalla a estos fieles del sentimiento Matecaña en su cita con la gloria como aquel año 2000 para gritar hasta el paroxismo… CAMPEÓN, PEREIRA, CAMPEÓN.