Sociedad sin deporte, reduce alternativas de felicidad

...todas las inversiones en deporte, son realmente importantes y tienen impacto directo en la vida de las personas.

Foto / Pablo Bohórquez

En la realidad deportiva de la región y hasta del país, se vislumbran momentos de gloria en algunas disciplinas, con referentes claros de deportistas que sin duda son ejemplo de triunfo e inspiración para otros semilleros que los siguen, convencidos de que a través del deporte pueden construir un mundo de reconocimiento y éxito para sus vidas.

Sin embargo, aunque los casos de mostrar son extensos, estos no son suficientes a la hora de revisar los verdaderos impactos sociales de las dinámicas deportivas.

Cuando hablamos de asumir el deporte y la actividad física como grandes estrategias de desarrollo, implica verlos más allá de los altos logros, incluso más allá de la simple representación regional o nacional. El deporte como estrategia de desarrollo, debe asumirse como una alternativa válida para conducir a las personas por el camino de la felicidad; a veces sin títulos, pocas veces con ruidosos triunfos, pero siempre cargado de disciplina, constancia, superación, credibilidad en si mismo, superación personal y por supuesto salud integral.

El deportista, sea de alto rendimiento o no, es ante todo un sujeto en búsqueda de la felicidad. Si así se asume, entonces tendrán validez todos los deportistas, no importan su condición social, política, económica, de rendimiento o de cualquier otra índole. De allí se desprende entonces, aquella posibilidad de que todas las inversiones en deporte, son realmente importantes y tienen impacto directo en la vida de las personas.

Una sociedad que no promueva el deporte, reduce las alternativas de ser feliz, pues son evidentes los beneficios que con la práctica de alguna actividad física y/o deportiva, pueden agenciarse para el beneficio de sí mismo, de los otros que le acompañan o se suman, y en general del entorno que acoge las actitudes y los comportamientos en favor del deporte.

Más deporte, para más deportistas, siempre será una buen estrategia. Por ello, agenciar más recursos (no siempre económicos) para el deporte, impulsa mejores condiciones de salud.

Pero es cierto, que el deporte también merece un profundo diálogo a nivel regional. Un ejercicio de sintonía que ponga a todos los actores, órganos directivos, deportistas y hasta metodólogos en conversación permanente para hallar propósitos de unión, de reconocimiento de saberes, y de trabajo colaborativo para brindar mayores y mejores escenarios para la promoción de las prácticas deportivas.

El deporte no debe asumirse desde la división de las disciplinas o la fragmentación de los escenarios deportivos, ni siquiera únicamente con la obtención de altos logros. En tal sentido, el deporte es un estilo de vida que define el ideal de una condición humana que responde a las exigencias de la vida social y política que asumimos en nuestros tiempos.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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