Deportistas en la búsqueda de satisfacer su deseo
...el deporte está atado al modelo económico y social que nos atañe en esta época. Un modelo fundado en la idea de la competencia y la dinámica del mercado...
Para entender la lógica sobre la cual se mueve el mundo del deporte, hay que tener varias claridades que los mismos deportistas, incluso los ciudadanos que no son deportistas pero gustan de el, deben comprender para entender el por qué de las decisiones políticas y sobre todo la realidad de los presupuestos que lo cobijan.
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En primer lugar, el deporte está atado al modelo económico y social que nos atañe en esta época. Un modelo fundado en la idea de la competencia y la dinámica del mercado de valores.
Un segundo aspecto corresponde con la responsabilidad que en dicho modelo asume el Estado, especialmente representado por la institucionalidad.
Como tercera premisa, pero quizá la más importante, es el deseo de un sujeto ciudadano de ser un gran deportista.
En la primer idea, los actores del deporte, sean los mismos deportistas, los directivos de escuelas, clubes y ligas incluidas sus familias, deben procurar porque la apuesta por cualquier disciplina responda a las necesidades del mercado de consumo.
Principalmente porque las ligas y clubes, que es donde se tejen las relaciones de competencia, fueron concebidas bajo la lógica del Derecho Privado, es decir que ellas mismas se dan sus propios reglamentos, gozan de autonomía administrativa y deben procurar porque sus actuaciones generen rentabilidad financiera o auto financiación.
El lugar del Estado en el deporte
En la segunda premisa, el Estado se asume como una instancia que vigila y regula el mercado, tal cual como sucede con los servicios de salud, incluso con los servicios educativos.
Quien ofrece el servicio está en el sector privado y quien hace uso de dicho servicio, consume y paga según su capacidad adquisitiva. Es la lógica de la oferta, la demanda y la plusvalía.
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Y en la última pero no menos importante, está el deseo del deportista, no solo de formarse en una disciplina, sino también de competir en ella (en las lógicas del mercado), para demostrar sus destrezas, habilidades y talentos. Pero, se aclara, el deseo de lograr buenos desempeños es de los deportistas, de los sujetos ciudadanos que desean enfrentar, confrontar y poner a prueba sus capacidades.
Por ello, el Estado bajo la lógica del modelo económico actual, no financia la formación del deportista (pero si financia, y en parte, el entrenamiento para la competencia y esto se refleja especialmente en la contratación de entrenadores), y los pocos recursos que destina, lo hace para efectos de representatividad.
Es decir, para apoyar la representación de una nacionalidad, una identidad o una bandera.
He ahí el sentido de la discusión
¿Qué deportistas merecen financiar sus participaciones en representación de un municipio, un departamento o un país?, la respuesta puede ser sencilla «Todos». Pero el recurso del que disponen los gobiernos, no alcanza para todos. Entonces ¿en qué deportistas o disciplinas priorizar los apoyos?, y allí es donde viene la gran discusión.
En principio, se deben priorizar aquellas organizaciones, ligas o clubes que por su estructura, procesos formativos y administrativos garantizan la inversión de los recursos.
Pero, el presupuesto por obvia razones, tiene mejor retribución en unas disciplinas que en otras, ya que el mismo modelo socioeconómico en que vivimos, ha posicionado ciertos deportes que los destaca como gran atractivo comercial, publicitario y por qué no, de marketing político.
Algo que resulta injusto, para otras disciplinas, que menos populares, pero tienen procesos muy juiciosos.
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En fin, la prioridad por lo tanto, responde especialmente a deportes populares y en lo posible individuales, porque una simple fórmula matemática, nos dice que a menor inversión y mayor eficiencia costo beneficio, más popular puede ser el triunfo representado en una medalla o en un título y por ende mayores posibilidades de figurar en la opinión pública y en los medios de comunicación.
En definitiva, el deportista y su familia, bajo su deseo de competir, debe asumir los costos de su formación y competencia. Mientras las ligas en sus roles administrativos deben agenciar los recursos para acompañar el deseo de sus deportistas, y el Estado por su parte le corresponde decidir qué deportistas o cuáles disciplinas apoyar.
La tendencia es que cada vez, haya menos apoyo del Estado, más gestión de las ligas, para que el deseo del deportista sea atendido, algo así como sucedía con el pensamiento del guerrero espartano, desde muy joven estar dispuesto a morir por la patria.
Conclusión, la lógica dirá: los deportistas a competir por y con sus propios medios, las ligas a administrar sus cuerpos y deseos de competir y el Estado a mostrar orgullosamente el talento que caracteriza a sus ciudadanos. Allí es dónde está la oportunidad de la politiquería y el asistencialismo deportivo.
En definitiva nos falta mucho como sociedad, no solo para entender, si no también para cambiar el modelo y lo mejor que podemos hacer es dejar que nuestros deportistas sigan en la búsqueda de satisfacer su deseo, antes de que caigan en los pasos no deseados por la sociedad.
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