El rol del entrenador y una figura que se puede reflejar

...el entrenador se convierte en autoridad, pero también en amigo y en muchas ocasiones hasta en confidente,...

Foto / Carlos Marín

La formación deportiva también necesita espejos, no siempre son los referentes de alto rendimiento o el mundo de la fama quienes inspiran a las jóvenes promesas en alguna disciplina, también lo hacen sus entrenadores, quienes se convierten en fuente de motivación.

La relación deportista y entrenador, es estrecha. Por los propósitos de ambos, es necesaria una comunicación permanente y un lazo de amistad que aunque se fundamenta en la confianza, también se determina en el rigor, la exigencia y el conocimiento.

De ahí, que el entrenador se convierte en autoridad, pero también en amigo y en muchas ocasiones hasta en confidente, especialmente cuando empieza a cargar situaciones, muchas veces extra deportivas, que afectan el desarrollo del proceso de entrenamiento y hasta de rendimiento del mismo deportista.

Por ello, los entrenadores  requieren una gran dosis de comprensión, de escucha activa sobre sus orientados, y de un relacionamiento de confianza que les permite hacer lectura de sus realidades para intentar construirlas positivamente en favor de los intereses del deportistas. Así que el rol de esta figura, va más allá de simplemente impulsar un desarrollo técnico o de habilidad y destreza deportiva, porque la mayoría de las veces, también es el amigo o amiga, el coequipero y por qué no, la fuente de inspiración para sus dirigidos.

Es allí, donde entrenadores adquieren mayor relevancia, sobre todo cuando logran canalizar su figura de autoridad, sin imposición, hacia el relacionamiento respetuoso y a la vez confiable.

Reto indiscutible para quienes además de asumir el conocimiento, el saber hacer y el hacer en procesos de formación competitiva, tienen que contar además con una cualificación integral que los lleve a comprender su lugar y su rol, como una figura que también se puede reflejar. El deportista requiere, además de indicaciones, exigencias físicas y mentales, un voto de confianza para expresar, decir, dar a conocer todos los aspectos que en ocasiones le generan ruido en su desempeño o en otros casos le ayudan también a potenciarlo.

Para ello, se requiere entonces de un profesional integral, que pone a prueba también sus competencias actitudinales y procedimentales, más allá del conocimiento o del saber. Se trata del saber hacer, pero también del ser, del comprender y del acompañar.

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