Sin lugar para el reproche, al contrario reconocimiento para los valientes
Sin lugar para el reproche, al contrario reconocimiento para los valientes
El traspié que sufrió la Selección Nacional en Rusia, pone a prueba a los mismos colombianos.
Por. Jhon Hadison Aguirre E.
Pese a la derrota en el campo de juego, hay que reconocer en nuestros jugadores su capacidad de entrega, sacrificio y trabajo colaborativo. Más que los errores, debemos destacar el valor de enfrentar en condición de desventaja a un rival que supo sacar provecho de ello.
No puede haber lugar para reproches, por el contrario, ante el contexto de la realidad vivida ante Japón, el combinado nacional se acomodó rápidamente a las situaciones y particularidades del juego, que exigió entre muchas otras condiciones, sobreponerse ante un bajonazo anímico, replantear un esquema de juego y buscar el control de algo que se salió del libreto.
Pero así es el fútbol, impredecible, inesperado, a veces inadvertido y otras escandaloso, y estar bien preparado implica superar al rival, pero también el contexto en que se juega.
Para los hinchas, seguidores y amantes del fútbol tricolor, el hábito de la victoria pareciera ser más común que el de la derrota; existe una plena convicción por el plantel de jugadores, de las grandes figuras, la experiencia en medio de la renovación, y la orientación de un hombre que ha sido más que fiel a su estilo y comprensión del fútbol, como lo es el profesor José Pékerman.
Pero claro, nos tienen habituados a la victoria más que a la derrota, y por eso el traspié ante el equipo nipón, pone a prueba a los colombianos; en su capacidad de reflexionar para comprender y entender que el fútbol es así, y que el mundial es mundial, y cualquier cosa puede pasar.
Pero hay que ser honestos, reconocerle a los jugadores que en poco tiempo supieron enfrentar la adversidad, lograron jugar de igual a igual con una ficha menos en el campo, una ausencia clave que aseguraba el control en el medio, y que en el momento del suceso fatídico que marcó el inicio del cotejo, se sacrificó instintivamente por defender el arco nacional.
No puede haber reproche ante un gesto instintivo de protección, el gesto de Carlos “La Roca” Sánchez, fue tan natural como el de una madre que protege a su cría.
No será fácil, nadie dijo que iba serlo, se viene otra gran final ante un adversario que también llega herido como es el caso de Polonia, pero ni siquiera herido en su fútbol, más bien contrariado en su juego, aunque sí herido en su orgullo.
Para cualquier selección de jugadores que llegan a un mundial, prima el orgullo de representar un país, y verse en el riesgo de perder, es poner en juego dicho orgullo.
Por ello, no puede haber duda que nuestros jugadores llevan con orgullo la representación nacional, pero ante su primer caída debemos reconocer su valor para levantarse, dignificarse en el campo, organizarse como lo hicieron en gran parte del mismo, aspirar con el empate a una posible victoria y arriesgar, pese a la inferioridad numérica de jugadores.
Al final el marcador no quedó a nuestro favor, pero no hay lugar para el reproche, por el contrario, que el reconocimiento para estos valientes jugadores emerja en un contexto de crisis, despierta todas las capacidades creativas para superar la adversidad.
Nuestra Selección Colombia es la mejor en muchos años, ahora vivirá una prueba más, la misma que pondrá en contraste la resistencia de los amantes a la tricolor.
Totalmente de acuerdo, Hadison.