Salud comunitaria, se reclama en el Día Mundial de la Salud
En el día Mundial de la Salud (7 de abril) que promueve año tras año la Organización Mundial de la Salud (OMS), son más las reflexiones y las decisiones que se deben tomar para componer un camino que a nivel mundial resulta equívoco frente a la prestación de los servicios de salud y en especial frente a ese reto gigante que se propuso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para lograr la cobertura sanitaria universal y Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
No pretendemos quitarle la relevancia que la misma OMS le ha puesto al personal de la salud en este día, y en especialmente al personal de Enfermería y de Partería; dos roles que para este 2020 fueron previstos como el centro de lo que llamaron el Año Internacional de la Enfermería y la Partería.
Sin embargo, en este mismo año 2020, se ha hecho evidente la necesidad de repensarnos los sistemas de salud y sobre todo las condiciones laborales y formativas del personal que presta sus servicios en los centros asistenciales, que resulta a veces muy especializado, a veces muy costoso, pero casi siempre muy maltratado y en condiciones de desigualdad en su relacionamiento laboral.
No solo sucede en Colombia, sino también en los países más desarrollados que se vieron sorprendidos por una pandemia, que para muchos expertos en el campo y analistas epidemiológicos internacionales era más previsible; y muy a pesar de ello, colapsaron ante la diseminación de un virus que con dolor debemos reconocer, no es el resultado de nuestra propia naturaleza.
Pero ante la forma sobre como se cumplieron las acciones y como se tomaron las decisiones de la respuesta sanitaria, hay que admitir que éstas se quedaron cortas. Tal vez por incredulidad y sin duda por la incapacidad de superar determinantes como la corrupción y los intereses particulares. Muy poco de humanidad se ha dispuestos en los escenarios de debate político; lo falsos líderes que vieron en la salud un negocio dejaron condiciones limitadas para un personal de salud que entre médicos, muchos de ellos especialistas, enfermeros, auxiliares de enfermería y hasta personal de servicios generales han tenido que batallar con las mínimas herramientas.
Hay temor, hay inconformidad y seguramente haya resignación para aquellos que a diario tienen que salir de sus hogares a literalmente, salvar el mundo. Hoy en el Día Mundial de la Salud, más que aplaudirlos y perfilarlos como “héroes” en un contexto que trasciende el plano de la ficción para decirnos que en definitiva es real, se hace necesario recuperar la mirada de la medicina familiar, esa misma medicina fundada en la promoción y en la prevención, esa medicina fundamentada en la educación, en el trabajo comunitario y en la respuesta primaria. Esa medicina que es poco o mal remunerada, ignorada por los adalides que administran los centros de atención en salud, esa misma es ahora una necesidad tajante que requiere impulso y subvención para aquellas prácticas tan básicas, como promover el correcto lavado de manos. Ahora frente a la situación de pandemia si hubo presupuesto para difundir las campañas de promoción del lavado de manos. ¿Por qué no se destinaron recursos amplios y suficientes antes?
Lamentablemente es tarde para las vidas que en medio de esta tragedia llamada pandemia o crisis de los actuales sistemas de salud, ya se vieron perdidas, y muchas otras más siguen comprometidas a la espera de que el conocimiento y la competencia del personal de la salud pueda aliviar el padecimiento, más desde su convicción humana y profundamente política, que es en definitiva lo que hoy está reclamando el panorama de la salud y la que le da sentido a todo el personal del campo, que en cuestión de segundos, minutos, horas días, semanas y meses, han intentado detener un enemigo invisible que amenaza la existencia de nuestra propia humanidad.
Hoy el Día Mundial de la Salud, son más los interrogantes y las reflexiones que debemos hacer, sin dejar de reconocer el valor de nuestro personal de la salud en quienes encontramos la voluntad y el compromiso de recibir su protección. Para ellos, solo hay sentimientos de respeto y gratitud, mientras como sociedad intentamos componer el camino.