Reconocer lo nuestro es un imperativo social, político y cultural
Foto / Pablo Bohórquez
Volver a reconocer lo nuestro es un imperativo social, político y cultural; y en materia deportiva la tarea es aún más ardua.
Derrumbar las ideas relacionadas con lo foráneo como aquello que es ideal, es quizá el más grande reto que hoy deberían asumir los actores del deporte regional. Casi siempre, los deportistas sueñan con salir de sus regiones a triunfar en el exterior. Los referentes por los general son deportistas de alto rendimiento de otras naciones y poco nos detenemos en elevar el orgullo por el talento nuestro.
El mundo del mercado y el capital global siguen posicionando en la mentalidad de nuestros jóvenes y adolescentes, esa idea de la prosperidad enmarcada en el tener y poseer, y poco se trabaja en los ideales del ser, del existir y del estar en el pleno goce y disfrute de la práctica deportiva, más allá de los triunfos y los reconocimientos deportivos.
Que la región se apropie de la región, es ya un reto para volver la mirada a nuestra identidad cultural, a aquello que nos caracteriza y nos da fuerza por lo que somos y no por lo que tenemos. Un ejemplo de ello lo están mostrando las infantiles jugadoras de fútbol que representan a sus departamentos en el Torneo Nacional Interligas que por estos días se juega en el Estadio Hernán Ramírez Villegas de Pereira, y quienes con su talento deleitan a propios y extraños sobre el verde y glamuroso gramado del monumental estadio cafetero.
Pero también en esta región, somos decisión y determinación, nos lo dice el Rugby de Arrieros, Rhinos, Kumanday, Caciques y otras tantas escuadras que han visto en esta disciplina un reto social, más que económico.
Somos serenidad y precisión, nos lo dice el Tiro con Arco en los nombres de tres arqueros que han escritos su historia a nivel internacional con la punta de las flechas que lanzan (Sara López, Camilo Cardona y José Carlos Ospina).
También somos técnica, control y aguante, nos lo dice una campeona mundial de Apnea como Sofía Gómez y su hermana Paulina con la Liga de Natación. Somos sueño y constancia, lo representan así las ciclistas Nathalia Muñoz y Diana Peñuela que con cada pedalazo siembran el sueño de la esperanza, al igual que Jhonatan Cañaveral. Por qué no reconocer que somos fuertes, equilibrados y ágiles como lo ha demostrado Jenny Arias la pugilista de Risaralda que ganó medalla de oro en los pasados Juegos Bolivarianos.
Foto / Pablo Bohórquez
También somos inquietos, andariegos y exploradores, así lo han demostrados los clubes de fútbol como Sócrates Valencia, Atlético Dosquebradas y Alianza FC-Estudiantes Pereira que emprendieron su viaje hacia tierra Europea para llevar los honores de nuestra cultura.
Somos, más qué colores, un verdadero sentir, que ha quedado en deuda con los equipos profesionales del fútbol regional pero que en sus seguidores sigue encendida la posibilidad de la utopía, en definitiva somos fieles. Pero más allá, también somos continuidad, liderazgo y confianza, como lo han demostrado los jugadores de las selecciones infantiles de fútbol de Caldas, Quindío y Risaralda que hoy tienen como protagonistas a dos de ellas en la final del evento nacional.
Somos tanto… somos identidad, somos amor por esta tierra.
Entonces, por qué venderle a las nuevas generaciones lo foráneo, en vez de mostrarles la fuerza que somos en deporte. Tenemos referentes locales, talentosos deportistas que demuestran en su cotidianidad poseer las virtudes para ser ejemplo y para sentirnos realmente orgullosos.
Foto / Pablo Bohórquez
Deberían entonces producirse camisetas, accesorios (souvenir), realizarse eventos, construir sitios, disponer estrategias con la imagen y el buen nombre de nuestros deportistas. Deberían ser ellos los protagonistas en todo momento, en los centros comerciales, en las escuelas y colegios, en las vallas publicitarias, en los anuncios de televisión, en la radio y hasta en el pocillo en que nos tomamos un buen café.
Que la región se apropie de la región, es comenzar por valorar lo nuestro.
