Mejorar el lenguaje y las relaciones sociales con las niñas y los niños deportistas.

Basta ya de malos tratos, hace rato las neurociencias demostraron que los procesos placenteros, de goce y disfrute, son más eficientes y potentes en el desarrollo del pensamiento, en la exploración de las capacidades y en el reconocimiento de sí mismo.

Foto/Suministrada

El mundo del deporte es maravilloso. Es un escenario donde se forjan grandes y virtuosos ciudadanos; situación por la cual se convierte en una gran oportunidad para contribuir con la formación de sociedades justas, equitativas, diversas y saludables.

Pero las formas de relacionamiento con los deportistas de base, especialmente con los niños, niñas y adolescentes, deben cambiar para mejorar. 

El lenguaje de los adultos y en especial de los entrenadores, profesores, y directivos debe ponerse al nivel de sus procesos de desarrollo. Desde el reconocimiento de sus capacidades, hasta el reconocimiento de sus derechos.

Foto / Pablo Bohórquez

Ya no hay lugar para la motivación que se fundamenta en el insulto, la recriminación o el castigo desmedido. No se trata de hacer sentir mal a los niños ni de demostrarles como adultos, que tenemos poder, autoridad o imponemos nuestras metas. Por el contrario, en el reconocimiento del deportista integral, son los mismos niños y niñas quienes deciden su propias metas, se hacen conscientes de cómo alcanzarlas y las convierten en sueños que a diario, les invita a cumplirlas.

Ganar es una decisión de cada deportista, y no la imposición de un adulto o entrenador. Sí hace parte de su labor generar las condiciones técnicas, físicas y emocionales para desarrollar habilidades, destrezas y actitudes para ayudar a que el logro de los sueños sean realidad. Pero solo desde el goce y el disfrute, un niño o niña deportista, puede ir en busca de superarse a sí mismo en la competencia. 

Basta ya de malos tratos, hace rato las neurociencias demostraron que los procesos placenteros, de goce y disfrute, son más eficientes y potentes en el desarrollo del pensamiento, en la exploración de las capacidades y en el reconocimiento de sí mismo.

Las pedagogías participativas, democráticas, horizontales, colmadas de confianza y respeto y que a su vez son experienciales, hacen parte de alternativas válidas para dar respuesta a entrenamientos y a una preparación contextuada, orientada hacia las necesidades e intereses de los deportistas más jóvenes, y no sobre las necesidades e interese de los adultos deseosos de un triunfalismo que se convierte en una carga de mayor peso para las niñas y los niños.

Foto / Pablo Bohórquez

Las formas de relacionamiento deben cambiar. Solo así, podemos evitar malos tratos, abusos, explotaciones, chantajes, bulling, y el sinnúmero de violaciones a los derechos de las niñas y los niños. El mundo del deporte puede lograrlo, también es cuestión de comprenderlo, asumirlo y ponerlo al servicio del desarrollo integral de nuestros deportistas.

“Unidos somos más. Más deporte, más región”

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