El domingo para el Estadio, el lunes para Nuevo Estadio
El domingo para el Estadio, el lunes para Nuevo Estadio / Pregonero de tu historia
Por: Danilo Gómez Herrera
Deportivo Pereira nuevamente en la A desde 2020, entonces aquí tenemos relatos de la primera división de nuestro fútbol. Evocación de nuestra edad temprana.
Sin la mirada al semanario Nuevo Estadio cada lunes en el quiosco de revistas, la jornada futbolera era incompleta para aquellos peregrinos del estadio. Los que cada quince días llegábamos al “Hernán Ramírez Villegas” para ver los partidos del Deportivo Pereira, ya que en aquel tiempo se jugaba cada domingo, y eran 14 los equipos afiliados a la Dimayor.
Pero no solamente buscábamos los buenos textos de Gonzalo Valencia, también se robaban nuestras miradas las excelentes fotografías de Don Carlos Sarmiento, que aparecían en La Patria y en Nuevo Estadio.
La magia de Jairo Arboleda, las atajadas de la “Pinta” García o Roberto Vasco, la solvencia defensiva de Eliseo Gaona, los piques de Alfonso Tovar, y los golazos de Apolinar Paniagua o Clemente Rolón; eran el comentario obligado de cada lunes en la Escuela Guillermo Valencia de Dosquebradas donde muchas veces nos decomisaron “nuestra Biblia futbolera”. Allí las clases eran interrumpidas muchas veces por el “bramadero” que causaba el ganado sacrificado en el Matadero de Don “Pacho” Caviedes, apenas cruzando la calle en el Barrio Puerto Nuevo.
“Deportivo Pereira tuvo a Pan y Agua al Magdalena”. Así fue el titular o encabezado del semanario de nuestra preferencia para reseñar el triunfo dominical de los Matecañas, en un juego de palabras, para destacar el gol del artillero paraguayo Apolinar Paniagua en 1971. ¿Y la televisión? Por favor, la pantalla era solo para los partidos de la Selección Colombia. Ah, y también para aquellos que se daban el lujo de tener esa cajita mágica en casa, en blanco y negro. La mayoría nos juntábamos en un ventanal de esas casas para “gorriarnos los programas”. En mi época de pelado El fútbol del Mundo no se veía, se leía.
¿Cuánto les debemos a los hombres de la radio?
El vibrante relato y el sostenido de sus voces para cantar los goles eran una maravilla, y un espectáculo tan valioso como el que brindaban los jugadores en la cancha. Claro, también escuchábamos a los comentaristas. Arrancando la década de 1970 mandaban en sintonía la Cadena Caracol y el Circuito Todelar. Allí nos dábamos un banquete escuchando a Jorge Eliecer Campuzano desde Medellín, Pastor Londoño desde Bogotá y Joaquín Marino Lopez desde Cali. En el caso de Pereira la gran sensación fue el samario Cesar Augusto Garizábal con su potente timbre; llegando como el relevo generacional tras el triunfo absoluto de Fabio Manzano Martínez en la década de 1960. Entonces desde la tribuna no solo se miraba el partido, pues también se giraba la cabeza para chequear a esos señores que tronaban duro en el radio Sanyo o Sony que predominaban en la tribuna.
Los partidos clásicos estaban muy marcados. Santa Fe vs Millonarios. Nacional frente al Medellín. Cali contra el América. Esos juegos tenían la mayor asistencia de público y arrastraban la mayor audiencia radial. Pero había más clásicos: el de la Costa con Junior y Magdalena. El del oriente entre Cúcuta y Bucaramanga. Y en el Eje Cafetero Deportivo Pereira frente al Once Caldas, con lluvia de piedra incluida al paso por Santa Rosa de Cabal. Al Atlético Quindío le acomodaron su clásico frente al Tolima, pasando el mítico alto de la línea para llegar al estadio San Bonifacio de Ibagué, o al San José de Armenia. Pero un partido entre Pereira y Quindío también era clásico.
¿Cuántos de quienes terminamos metidos en los medios de comunicación fuimos cultivados por las historias radiales transmitidas desde los estadios en aquella lejana década de 1970? Muchos.
Gracias a aquellos artistas de la radio. Y gracias a Javier Giraldo Neira, qepd, el fundador de Nuevo Estadio, por las hermosas fotografías y esos textos maravillosos que fueron sembrando en nosotros la pasión por el periodismo deportivo. Por eso tengo claro que en mi tiempo de joven hincha “Matecaña”, el domingo era para el Estadio, y el lunes para Nuevo Estadio. Luego les contaré la odisea para conseguir UN PESO, que era el valor del semanario en mención. Pero la plata aparecía, ahorrando de las onces para la Escuela.
La Anécdota: En la clase de Ortografía en la Escuela Guillermo Valencia me hice acreedor a más de un cinco en calificación por pillar algunos errores en los artículos periodísticos que se publicaban. De paso, ayudó mucho el primer diccionario adquirido en ese tiempo: el pequeño LAROUSSE.