¿Sin Liga de Fútbol Femenino, se dignifica la condición de la mujer?

...un efecto cascada se podría desatar si en otras disciplinas deportivas existen similares casos de violación a los derechos de la mujer,

Foto / Pablo Bohórquez

El daño está hecho, las denuncias, los abusos y la violación de los derechos de la mujer dejan en evidencia una errada comprensión del proyecto de fútbol femenino en Colombia. ¿Los responsables?, la mirada masculina de quienes imponen autoridad, justifican sus decisiones erradas, y acuden a medidas coercitivas y privativas para «corregir» lo que ya no puede corregirse, aunque deba repararse.

Dignidad es el concepto que entra en discusión, cuando son las mujeres futbolistas quienes elevan su voz para exigir un mínimo de respeto por un oficio que lo único que busca es permitirles desplegar todas sus potencialidades deportivas. Sin embargo, el contexto invita a que el desconocimiento, el abuso de poder y la mirada masculina del fútbol, no permitan reconocerles sus derechos, sus intereses y sus necesidades.

La voz de las mujeres han puesto en la palestra pública el nombre de las instituciones del fútbol nacional, y un efecto cascada se podría desatar si en otras disciplinas deportivas existen similares casos de violación a los derechos de la mujer, donde hasta ahora no toman fuerza las voces que ponen en discusión los innumerables abusos y violaciones de derechos en el mundo del deporte. No solo de ellas se esperan más pronunciamientos, también de ellos (las figuras masculinas) podrían venir las denuncias.

Foto / Pablo Bohórquez.

Aunque la crisis es un paso necesario para cualquier proceso humano, superarla implica una profunda comprensión de su significado y realidad, sobre todo para definir las decisiones inteligentes que la misma crisis merece. En nuestro panorama nacional, el fútbol femenino pone en tela de juicio el nivel de rigor que tanto la Federación Colombiana de Fútbol, como la Dimayor y la Difútbol y hasta los clubes de fútbol, trazaron para hacer «viable» el proyecto del fútbol femenino, donde uno de los tantos pecados que persisten en apreciar si es posible o no una liga femenina, estrechamente relacionado con la rentabilidad del negocio.

Si el único criterio para darle continuidad a un proyecto está en esa dirección, es muy probable que ni siquiera los torneos en categorías juveniles masculinas tengan viabilidad. Con frecuencia clubes aficionados y hasta profesionales, hacen ingentes esfuerzos por poner en escena de participación y competencia a sus diferentes representativos. Viajes, alojamientos, personal idóneo, utilería, alimentación entre otras demandas y exigencias, evidencian que el fútbol únicamente es rentable en la publicidad de la televisión o en la masificación mediática, situación esta que no se ve en las categorías de base, donde la transacción comercial de uno o tal vez dos jugadores es un sueño pocas veces cumplido; o que sólo a nivel profesional el fútbol vende y da viabilidad financiera.

Si la condición para la toma de decisiones sigue siendo el mundo del interés económico y rentable, hay que decir que los procesos de base también deberían acabarse, y en ese sentido, no existirían proceso realmente viables.

El contexto de discusión, se ciñe entonces al reconocimiento de las mujeres y su dignidad como personas. En una exigencia por las condiciones mínimas que garanticen el buen desarrollo de sus potencialidades, y no por el contrario coartar o privarlas de sus libertades.

Estamos de acuerdo con la necesidad de fortalecer procesos de base, pero no como una medida privativa si no más bien como una medida de ampliación de oportunidades, de reorientación confiable de los procesos deportivos; pero tambièn es necesario advertir que aún queda en cuestión las acciones de reparación a los casos de vulneración ya expuestos por las víctimas.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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