¿Para qué estadios de fútbol sin hinchas o aficionados?

¿Para qué estadios de fútbol sin hinchas o aficionados?

Foto / Pablo Bohórquez. Barra del Deportivo Pereira.

No sorprende la decisión que tomó la denominada Comisión para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol de Pereira. Ya lo había hecho antes.

Mientras la administración municipal se encarga de reparar la infraestructura del Estadio Hernán Ramírez Villegas con una inversión que supera los 3.000 millones de pesos, la Comisión para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol de Pereira prefiere alejar a los hinchas del máximo escenario deportivo.

Ante la situación surgen nuevamente varias inquietudes, entre ellas:

¿Tiene sentido, una inversión de recursos tan alta para que se prive al ciudadano de acceder a los eventos deportivos para los cuales se construyó y concibió el estadio?

¿Qué sentido tiene un escenario deportivo como éste, sin la presencia de los seguidores del equipo que dice representar la ciudad?

Realmente, el único camino para promover “El espíritu deportivo y usar la regla de oro en los deportes: tratar a los otros como quisieras ser tratado….”según se expresa por parte de la Comisión, es implementando medidas coercitivas y privativas de la libertad de los ciudadanos?

Estamos de acuerdo, en que prima la vida de los ciudadanos y que hay que protegerla ante el “señalamiento” de un grupo de aficionados que como bien lo indica la misma Comisión evidencian “un comportamiento hostil… que únicamente van a insultar y amenazar verbalmente a jugadores, directivos y autoridades…”… entre otros argumentos; planteamientos que no pueden generalizarse, cuando se trata de un segmento y no de la generalidad de los asistentes.

La medida que busca evitar la presencia de seguidores de los equipos de fútbol en el Monumental Estadio, ya se ha cumplido previamente en otras ocasiones, pero de forma reiterada sugiere que, cuántas más veces la implementen, demostrará que no es la solución de fondo al problema del fanatismo y las hinchadas; problemas en algunos casos,  conexos con delincuencia, consumo y abuso de sustancias psicoactivas y en otros hasta con vandalismo y delincuencia común.

El argumento debe trascender éste tipo de decisiones, que si bien son necesarias en la coyuntura bajo ese propósito de proteger y evitar hechos lamentables, no va más allá, no vincula un compromiso ciudadano atado al sistema educativo de la ciudad, no implementa acciones suficientes y correspondientes con los jóvenes que por alguna razón o circunstancia de su existencia, se ven inmersos en situaciones de alta vulnerabilidad social.

Más allá, de tener un buen o mal equipo, buenos o malos jugadores, directivos, periodistas y demás actores, es más que necesario pensar un proceso de transformación cultural, que por supuesto será largo y extenso, dado que debe buscar el cambio de comportamiento, sentimiento y emocionalidad expresa para el equipo de la ciudad.

No podemos seguir concibiendo a los humanos como una amenaza, cuando su contexto de desarrollo si que ha sido hostil y agresivo. Por el contrario, buscar la reparación, el reconocimiento y la apropiación de la condición de ser hincha, es un camino poco explorado, sin liderazgos dispuestos a acompañar procesos, y por el contrario relegados como soluciones que no están al alcance de los actores de la misma Comisión.

La pregunta que surge al finalizar esta reflexión, es la siguiente: si no hay aficionados en el Estadio, ¿qué sentido tiene la existencia de la Comisión?

“Unidos somos más. Más deporte, más región”

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