Necesitamos más experiencias enriquecedoras, antes que triunfalismos en el deporte

Ganar, no siempre implica hacerse al título; en este sentido, ganar implica crecer y desarrollarse de manera armónica e integral como persona y como ciudadano.

Foto: Edwin Herrera

El deporte constituye un escenario de desarrollo propicio para el despliegue de habilidades, destrezas y oportunidades para la vida; y antes que triunfalismos, los entes del deporte, especialmente orientados a la formación, como es el caso de escuelas y clubes deportivos, deben ofrecer la posibilidad de vivir experiencias satisfactorias y enriquecedoras.

Prepararse para la competencia, implica desarrollar una serie de habilidades deportivas en el marco de un conjunto de normas, que exigen al deportista aprenderlas, conocerlas y ponerlas en práctica para respetarlas; y en dicho marco, superar a sus oponentes.

Ganar, no siempre implica hacerse al título; en este sentido, ganar implica crecer y desarrollarse de manera armónica e integral como persona y como ciudadano. Dicho crecimiento y desarrollo pueden entenderse como una posible formación para la transformación social, para la vida civil y para la convivencia social. Es decir, para consolidar una cultura del respeto por sí mismo, por los otros y con los otros.

Bien lo explica Jorge Larrosa, cuando afirma que la experiencia es aquello que «me forma» y que al formarme «me transforma«… me constituye, marca mi forma de ser, de entender y de actuar en el mundo. Es decir, más que orientar al deportista hacia la simple práctica de una disciplina, lo que en términos ciudadanos debe promoverse es vivir experiencias desde y con el deporte, pero experiencias que formen y que transformen.

Las experiencias, que en el fondo tienen un sentido vivencial desde el goce y el disfrute, son la oportunidad para que el ser humano, en este caso deportista, viva en la piel su condición humana. La misma que en términos de la ciudadanía puede trasladarse a la cotidianidad de la vida.

Un ejemplo, implica asumir que quien conoce y respeta la norma en la competencia deportiva, así mismo está preparado para conocer y respetar la norma en la vida ciudadana. Si en la vida deportiva, existe una vivencia permeada por la corrupción y la injusticia, así mismo el reflejo social puede estar encausado hacia actitudes de corrupción e injusticia.

Desde allí es como se extiende la invitación a los orientadores, profesores, entrenadores y hasta familiares que acompañan la formación deportiva de sus niños, niñas y adolescentes, para comprender que más allá de los títulos y el triunfalismo, lo que esta en escena es la gran oportunidad de formar ciudadanos, y esta alternativa es mucho más rica cuando la experiencia trasciende el escenario de la mera competencia, es decir que se acompaña de viajes, desplazamientos, intercambios deportivos, encuentros de saberes y habilidades que son los mismos que también se denominan con frecuencia como festivales, integraciones, torneos, campeonatos, entre otros.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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