Pero el caso de «Cucho» es escaso, podemos ubicarlo en el tiempo más reciente, al igual que el de José Heriberto Izquierdo, ambos risaraldenses; porque en el resto del Eje Cafetero, no hay registro de jugadores en el fútbol internacional con los méritos que hasta ahora hacen gala de sus nombres. Los niños suspiran al ver a Falcao, a James, a un Messi, Ronaldo, M’bappe, Salah, entre otros destacados, pero casos como éstos, sí que son esporádicos y que los niños suspiren por sus nombres, ya será un reflejo mucho más positivo.
Pero el fútbol no debe verse únicamente como un trampolín de estrellas, aunque las que brillen internacionalmente sean una inspiración. El fútbol en su esencia, debe ser un deporte corresponsable con la sociedad, generador de oportunidades para la niñez y la juventud, para enseñar disciplina, liderazgo, trabajo en equipo.
–
El deporte de las masas más que encantar con historias maravillosas de chicos que llegan a la fama, debe encantar por su valor social, por la capacidad que tiene de llegar a barrios y comunidades vulnerables para dar nuevas oportunidades de vida, cimentadas en realidades y no en espejismos.
–
Aplaudimos lo del «Cucho», pero como medio de comunicación reconocemos que serán pocos los casos que se puedan resaltar, no es de cuestionar el papel de las ligas o clubes de fútbol en el Eje Cafetero, es más de ayudar a entender el sentido de este deporte, y en el contexto que rodea sus negociaciones.
–
Que se invite a los niños y a la niñas a practicarlo, no con las falsas expectativas, sino con todas las herramientas para que el deporte en general sea coequipero de la educación, para que el ciclo se cumpla cabalmente en la niñez y la juventud; que se entreguen las bases necesarias para una gran carrera deportiva. Que se cumplan los sueños y metas, dependerá del camino de éxito que cada uno construya. De llegar a las grandes ligas, que sus historias se conozcan y sigan encantando a las nuevas generaciones.