La vida no pasa por un balón de fútbol
No es fácil sentarse a escribir una columna de opinión sin desconectarse de la cruda realidad que vive el país. En medio de imágenes tan dolorosas en las que impera la sangre y el horror de un pueblo, puede resultar casi insultante centrar el foco en un tema tan trivial como el fútbol. Sin embargo, hasta el fútbol hoy tiene una relación directa con la difícil situación social y de orden público que vivimos en Colombia.
Anoche, mientras leía con estupor la cantidad de noticias sobre la situación en varias ciudades del país, me encontré en Twitter con información relacionada con el partido que se iba a jugar este miércoles en Armenia por Copa Libertadores entre Sante Fe y River Plate de Argentina.
Ante la preocupación manifiesta de algunos medios de comunicación argentinos por el entorno del partido y el anuncio por parte de algunos ciudadanos que estarían en inmediaciones del estadio Centenario como parte de sus protestas, las reacciones de algunos hinchas no se hicieron esperar. Algunos, con cierta empatía, compartían su preocupación solidaria con Colombia, y otros, en cambio, le restaron importancia al asunto, como si la vida solamente pasara por un balón de fútbol.
Una de las respuestas que más me impactó fue la de un hincha millonario que escribió: “Dale, es un partido de fútbol, pelotudos”, desestimando el dolor y el desespero del pueblo colombiano. Minutos más tarde, entendí que su reacción en cierto modo era entendible, está alejado de la realidad del país y no dimensiona lo que implica desarrollar un juego de esta índole en nuestro territorio.
Esa realidad es clara, en nuestras calles hay una multitud exacerbada, alentada por el descontento social y los recientes ataques de la fuerza pública. El orden está alterado, las ciudades militarizadas y el descontrol impera no sólo en Armenia, sino también en Manizales y Pereira, capital que este jueves recibiría al Atlético Nacional en su partido ante Argentinos Juniors, también por Copa Libertadores.
Por su parte, en Barranquilla un sector de la barra del Atlético Junior amenazó con no permitir el libre desplazamiento de los jugadores del equipo tiburón y del Fluminense de Brasil, quienes se enfrentarían el próximo jueves de igual manera por la Libertadores.
Sin ir muy lejos, del fútbol colombiano ya han sido aplazados dos partidos debido la misma razón: Deportivo Cali vs Deportes Tolima, por la semifinal de la Liga; y Atlético de Cali vs Deportes Quindío, por los cuadrangulares semifinales del torneo de ascenso.
¿Habrá alguna otra razón que nos lleve a entender que no es procedente en este momento recibir equipos para desarrollar partidos internacionales? ¡Claro, la pandemia!
A los manifiestos problemas de orden social, se le suma uno más letal, el de la deteriorada salud pública por cuenta del covid-19. No podía dejar de un lado el principal hecho por el cual debería hoy replantearse la realización de la Copa América en Colombia.
En las circunstancias actuales, la Copa América es una necedad y un elemento distractor en medio de la peor crisis de las últimas décadas. No obstante, estamos ante una combinación perfecta: Los intereses económicos de una entidad como la Conmebol y el show perfecto para un gobierno que necesita darle al pueblo pan y circo.