El fútbol profesional debería aprender del fútbol infantil

Mientras los jugadores infantiles sueñan con llegar al fútbol profesional, hoy debemos decir que son los profesionales quienes deben volver a aprender del fútbol infantil.

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Sorprende ver en el municipio de La Tebaida en el Quindío, el estadio Alpidio Mejía colmado de espectadores, la mayoría habitantes del municipio que asistieron a disfrutar del fútbol infantil. Un fenómeno que contrasta con los grandes estadios del Eje Cafetero que como el Centenario de Armenia o el Hernán Ramírez Villegas, se ven desolados y con un reducido grupo de seguidores aferrados a los colores y a una historia que poca satisfacción despierta.

Con los infantiles sucede lo contrario, un escenario distinto, jugadores que lucen su habilidad y destreza sin estar aún tan aferrados a los libretos técnicos, corren todo el partido, luchan y sudan la camiseta de sus departamentos y brindan un espectáculo que ya es extraño verlo en los equipos profesionales.

Hasta el comportamiento de la tribuna es respetuoso con los jugadores, con los árbitros y hasta con los cuerpos técnicos. No hay insultos, malos tratos ni mayores exigencias. Definitivamente es otra realidad, la verdadera fiesta del fútbol, la del rigor del adolescente que lucha por el respaldo de su equipo, está lejos de buscar ser figura desde lo individual, y aprecia la esférica para darle un buen trato, que entre buenos pases y bellos remates, también pasa rozando el travesaño, los arqueros son figuras y el volumen de goles es más confortable que los insípidos resultados del fútbol profesional; sí, simplemente asistir como espectador es agradable, porque hasta la entrada es gratis…

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Definitivamente el fútbol profesional tienen mucho que aprenderle al infantil, eso de ingenuidad allí no cabe… los niños de solo 13 y 14 años saben anticipar una jugada, los errores son poco frecuentes, manejan la táctica y la estrategia sin mayor dificultad, reconocen y aceptan las virtudes del rival, poco se meten con el árbitro, respetan sus decisiones, queman poco tiempo en las falsas jugadas que simulan lesiones, que de hecho no se presentan…

Hay tanto que desaprender en el fútbol profesional, que lo primero que debería suceder en los jugadores del Deportivo Pereira y el Deportes Quindío es desaprender su “profesionalismo” y volver a ser niños en el campo de juego.

Seguramente con una actitud infantil, de más goce y disfrute con la esférica, de mayor diversión y Libertad para crear, inventar, gambetear y hasta soñar… puedan convencernos nuevamente de esa posibilidad del ascenso…

Definitivamente el fútbol profesional debe aprender del fútbol infantil, y no al revés…

¡Unidos somos más. Más deporte, más región!

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