El camino para llegar a una medalla: sacrificio, valor y disciplina
Semilleros Deportivos ha estado acompañando a varios deportistas en el último tramo de su preparación para los XXI Juegos Deportivos Nacionales 2019, en este recorrido ha encontrado una serie de comportamientos que dan cuenta de su capacidad, resiliencia y sentido de pertenencia.
El alto rendimiento es estatus, es un peldaño diferente que no todos pueden escalar. Para estar allí se necesita sacrificio, valor, disciplina y acompañamiento, mucho acompañamiento.
Cientos de deportistas se han preparado en los últimos años para llegar a mostrar sus destrezas en los Juegos Nacionales, y ahora se encuentran a escasos días de poner a prueba no solo sus condiciones técnicas, sino también la salud mental con la que llegan y las estrategias que implementarán con sus organismos deportivos.
En la escena previa hay de todos los niveles. Novatos, primíparos y repitentes que intentarán entregarle a sus departamentos lo mejor en las presentaciones. Si en el 2015 no lograron podio, en esta versión dejarán todo en las pruebas. Si es la primera vez, intentarán descrestar para ganarse un lugar en las selecciones Colombia que participarán del Ciclo Olímpico post Tokio 2020. Si tienen antecedentes victoriosos, será una oportunidad para ratificar que están vigentes como líderes.
Deportistas de carne y hueso
De todo lo anterior sin duda, lo más admirable es que siguen siendo humanos, personas de carne y hueso cuyos deseos se centran en objetivos específicos. Como mejorar la marca, estar en un podio y poseer una medalla.
Un deportista es un ser humano antes que un campeón, es antes persona que un ganador. Y eso siempre ha quedado evidenciado en la preparación, porque es ahí donde se tiene que dejar todo por lograr el objetivo. Desde el tiempo familiar, hasta el ocio.
Las largas jornadas de entrenamiento, las madrugadas, las horas extras en el gimnasio, la dieta, la intervención con el psicólogo, la corrección de los detalles, etc, todo lo que sea sinónimo de sacrificio.
Lágrimas, tristezas, alegrías, todos una gama de emociones por reflejar que manifiestan que estar ahí no es para cualquiera. Algunos han mostrado lo exhaustos que quedan después de haber realizado simulacros de las pruebas, otros por tanto, más deseosos y ansiosos por lo que viene. No falta, claro está, quien refleje un aire de preocupación porque cree no estar como debería.
Eso hace al deportista ser humano, volátil y emocional y no hay nada más importante en el camino de buscar una medalla que aferrarse a las emociones para encontrar inspiración, para encontrar orgullo. Las emociones dan rienda suelta al sacrificio, el valor y la disciplina, eso que tanto se requiere para conquistar una presa. Lo otro es acompañamiento, y esto depende más de quienes lo rodean que de él.