Deportivo Pereira, disculpas no aceptadas
Deportivo Pereira, disculpas no aceptadas
Han sido seis largas temporadas donde el onceno que ha representando a Pereira por más de 70 años se encuentra en la sombra de la segunda división del balompié nacional. En ese recorrido, antes que demostrar que quiere surgir de nuevo, se empeña en argumentar con fracasos que la B es el lugar donde está dispuesto a habitar.
En el reciente fracaso ante Real Cartagena, nuevamente se recurre al comunicado de prensa para intentar calmar las aguas que desde noviembre del 2011 han convertido la experiencia del aficionado en un naufragio eterno.
Aunque algo hay que reconocer y es que ese municado ha sido el acto menos ofensivo en la presente temporada, porque no avanzar de cuartos de final es una pena que no se olvida para el aficionado.
El hincha disgustado utiliza como canal de desahogo las redes sociales, porque allí encuentra identificación, lo que no ofrece Deportivo Pereira. Son más quienes lo cuestionan, lo burlan, que quienes dicen sentirse a gusto con lo que hoy significa para la ciudad.
Si entendieran en el Pereira el efecto que produce cada comentario negativo de un hincha, dejarían de pagarle sueldos descarados a jugadores que no influyeron en los campeonatos del 2017, e invertirían en mejorar otros aspectos como la relación con el hincha. ¿Hasta cuándo señor Candamil?
Tristemente el plantel Matecaña dejó de ser referente para la capital risaraldense, y no lo hizo solo con ese propósito, también para convertirse en polémica, porque aburre, porque no se entiende qué sucede hacia el interior, se desconoce cuáles son las verdaderas intenciones de las personas que hoy laboran en la casa rojiamarilla.
Deportivo Pereira nos está llevando a hablar siempre lo mismo, a hablar de fracasos para habituarnos a la segunda división, es por eso que en el 2018 el fracaso de quedarse no será sorpresa; cuando estemos domesticados para reportar lo que pasa en esta categoría, todo nos dará igual.
Así como ha ocurrido con equipos como Unión Magdalena por ejemplo. Al hablar con el samario, el propósito de llegar a primera no lo trasnocha, porque ya ha sufrido bastante con ese tema. Se ajustó a la B, hasta el día que alguien quiera que eso cambie.
Hay samarios que se aferran al Junior de Barranquilla, porque en su tierra parece que todo ha muerto en relación a la divisa bananera. Los niños ahora ya se ponen la casaca ‘Tiburona’ porque la del Unión la ha desvanecido el mercado.
Eso me conduce a pensar nuevamente en los jóvenes que en Pereira deciden buscar otras motivaciones, otros equipos, otras ilusiones para soportar el vacío que está dejando un plantel con tanta historia como el nuestro.
Y básicamente las disculpas no se aceptan porque no se habla claro, porque se declara una cosa y en el recorrido se hace otra. Porque no hay proyecto serio donde quepan todos, incluso el periodista que piensa diferente, al comunicador que se le tilda de opositor, de tergiversar situaciones porque muestra la realidad sin matices.
Esto es necesario porque desde el 2011 hasta la fecha solo se le ha dado cabida a dirigentes que piensan en números, no en personas, no en sensaciones, sentimientos; no han entendido que este negocio mejora cuando se tiene al hincha contento. El hincha enojado no es rentable para el Fútbol.
No lo digo yo, lo dicen Candamil y Vásquez cuando salen a mendigar a los micrófonos regionales, porque ese divorcio con el hincha les ha costado, tanto que tienen que llamar a Dimayor para negociar presupuestos de televisión cuando las ventas de futbolistas no dan frutos; luego exigen maniobras en el área de mercadeo para recomponer números que luego gastan desmedidamente sin autorización del Juzgado. Tampoco lo digo yo, lo dicen los documentos que anteceden este artículo. Lo dice la cruda realidad de no estar en finales.
Así que las disculpas no son aceptadas a menos que en el 2018 se quiera trabajar de manera transparente, consciente y de la mano de quienes han integrado la familia que es Deportivo Pereira siempre . Se puede aceptar que se está en la B, pero con la certeza que se está trabajando por no continuar en ella. Aquí no hay certeza de esto.