Competir bajo presión y prepararse para la frustración
Competir bajo presión y prepararse para la frustración
El mensaje que deja la Copa del Mundo en la segunda presentación de varias selecciones, invita a reconocer la integridad del deportista, desde su formación, su experiencia y hasta cómo asumir condiciones de presión y frustración.
Se ha dicho con frecuencia, y aplica para todas las disciplinas deportivas, que es tan importante la preparación física como la emocional y mental. Es decir, el deportista, cualquiera que sea su disciplina y condición, debe procurar por un desempeño integral en la competencia.
Con la eliminación de algunas selecciones de la Copa del Mundo, y otras que van quedando en la cuerda floja de la máxima competencia futbolística, queda en evidencia que jugar bajo presión es una situación determinante en momentos críticos como los que sufrieron las delegaciones de Perú y Argentina. El rostro de sus jugadores, y sus cuerpos técnicos, reflejaron al final de cada contienda la necesidad de prepararse mejor para la frustración.
El fútbol, como el Ajedrez, requiere conocimiento del rival y estrategia, pero a la vez mentalidad, concentración y convicción. Sin embargo, algo de esta fórmula puede fallar, y las consecuencias se reflejan en emociones de frustración que incluso pueden desencadenar otros compromisos con la salud mental de los deportistas, llevándolos también por los caminos de la depresión.
Pero hay que comprender que el deporte es un escenario de confrontación bajo las mismas reglas para los competidores, y que al final de la disputa siempre debe existir un ganador y un perdedor, pese a que las contrapartes hayan hecho méritos para lograr un resultado a favor. Estar preparados para la frustración, será entonces una clave para los deportistas, y sus dirigentes, que de una u otra manera necesitan recuperar la confianza perdida en sí mismos, en el trabajo colaborativo y hasta en la afición, los seguidores o hinchas, que sumados a los medios de comunicación, incrementan la presión por lo que no fue y no debió ser.
El ser deportista, implica reconocer el ideal de un ser humano capaz de levantarse ante la adversidad, un ser competente no solo ante el otro, sino y sobre todo ante sí mismo, ante su contexto de adversidad. Es lo que algunos conocedores en el campo social han llamado resiliencia, como esa misma capacidad de ajustarse a las exigentes condiciones del contexto, para levantarse y continuar.
Claro, el contexto deportivo también puede cerrar puertas a los sueños, cierra ciclos, finaliza procesos, pero también abre nuevas alternativas, se asumen nuevos roles, como el caso de los mismos dirigentes que alguna vez fueron jugadores. No todo termina para el buen deportista, siempre habrá una nueva aspiración, porque aunque se cumplan los ciclos, también se transforman las aspiraciones, pero nunca se pierden los sueños.
Un deportista integral, debe estar preparado para vivir la presión, enfrentarse a la frustración, transformar sus aspiraciones, pero nunca renunciar a sus sueños.