¡Basta de regionalismos en el Eje Cafetero!, ¡Unidos somos más!
Por estos días se habla del proyecto de las bicicletas públicas en Pereira, en una iniciativa que contempla el uso de 100 vehículos que podrán transitar en un recorrido urbano para beneficio de los trabajadores, estudiantes y ciudadanos. La apuesta incluye la interrelación entre dos ciudades vecinas del Eje Cafetero.
Sin embargo a la propuesta ya le empiezan a aparecer dificultades, la más cuestionable de todas, el tinte de regionalismo que siempre aparece en trabajos donde pereiranos o manizaleños están involucrados.
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En este proyecto denominado Megabici, el hombre detrás de las ruedas es Felipe Luna, un empresario reconocido en Caldas por su empresa DIMAT (Distribuidora de Materiales Industriales) que también soporta el trabajo de Manizales en Bici, un proyecto donde la capital de este departamento se aventuró por apostarle a la movilidad alternativa, el medio ambiente y la actividad física de sus habitantes.
A Pereira llegará con el mismo objetivo, parte del montaje que se desarrolló en Caldas se imitará en Risaralda, con elementos que marcarán diferencias sustanciales como el material de las bicicletas, el número de estaciones: cuatro estaciones para Pereira, nueve estaciones en Manizales; a esto se suma los recursos económicos destinados, en Pereira operaría con cerca de $ 30 millones al mes, mientras que en Manizales son $ 73 millones, dineros proporcionales a la cantidad de estaciones y al número de bicicletas.
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Bajo este contexto, no se puede cuestionar una idea porque simplemente provenga de un lugar que históricamente ha sobrellevado una rivalidad por momentos imaginaria con Pereira. Lo mejor de cada municipio se puede replicar y mejorar de cara al ciudadano colombiano.
El historiador antioqueño Jhon Jaime Correa Ramírez, quien en su tesis doctoral: «Civismo y Educación Pereira y Manizales (1925-1950): una mirada comparada a sus sociabilidades y visiones de ciudad y cultura cívica. esclarece el panorama respecto a las diferencias que han marcado una relación distante entre ambas ciudades, haciendo énfasis en lo político, las élites, y la idea de civismo que se ha tejido por los años en las capitales.
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En relación a la tesis de Ramírez, cabe resaltar que en lo político la discusión se ha mantenido, por lo menos en la manera que los gobernantes se proyectan en sus periodos. El mismo Alcalde de Pereira Juan Pablo Gallo, ha acuñado el slogan ‘Pereira capital del Eje’, asumiendo de entrada un gran reto político y económico para la ciudad ante la mirada atónita de Armenia y Manizales.
Pero para sorpresa de la crítica, el mismo Gallo fue a Caldas, con su slogan a cuestas y pidió a la capital asesoría en el tema de las bicicletas públicas.
El mismo Felipe Luna como empresario, sorprendió ubicando los imagotipos de los gobiernos en el uniforme de los colaboradores del proyecto, como si fuera poco los imagotipos de los dos proyectos reposan también en el vestuario.
Luego el deporte no se escapa de la absurda rivalidad, que Pereira está mejor posicionado en el área que la ciudad vecina, que por el contrario Manizales ostenta mejores ciclistas que Pereira y viceversa.
Es decir, se sigue viviendo de la necesidad del protagonismo, obviando que cada ciudad en su solidez, no tiene cómo responder ante ciudades potencia como Medellín, ante departamentos con ingresos superiores como Cundinamarca, Valle, Atlántico y sus respectivas capitales.
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Estos municipios trabajan mejor juntos que separados, si a ello le sumamos a Armenia, estos le podrían dar un empujón a la capital quindiana, que está tan recogida en la idea de café, tan opaca ante la lectura nacional.
La idea del Eje Cafetero no puede quedar como un concepto sumiso ante la economía, el deporte, la política de otros departamentos que han entendido cómo generar arraigo y asociación, tampoco se puede lindar con el Paisaje Cultural Cafetero. La región tiene que congraciarse ante departamentos grandes, mostrar que es potencia ante Colombia en algo más que turismo.