Si los futbolistas ganan «$ 100 millones», ¿cuánto ganan los dirigentes del fútbol?

Carlos Marín / Periodista Deportivo

Con una llamada basta, con un whatsapp es suficiente como ha ocurrido en otros momentos. La negativa de la División Mayor del Fútbol Colombiano de dialogar con los futbolistas es grosera y caprichosa. 

Este lunes Jorge Enrique Vélez, presidente de la Dimayor, no asistió a la reunión con el delegado del Ministerio del Trabajo, representante de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales, Acolfutpro y miembro de la Organización Internacional del Trabajo, OIT. Nuevamente la organización que tiene en su mesa principal a los 36 dirigentes de los clubes del Fútbol Profesional Colombiano, se sale con la suya.

Si las peticiones son aterrizadas o no, ese no es el objeto de este artículo, sí, el gran objetivo de la Acolfutpro, cuya finalidad es demostrarle a la Federación Colombiana de Fútbol y a la Dimayor, que no son entidades intocables, como lo promueve la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, desde Suiza.

Por eso el no asistir a reuniones bajo el argumento que las decisiones se toman con los representantes de los 36 clubes, esclarece la falta de voluntad, porque en el fondo desde la Dimayor, se sabe que el asunto tocará bolsillos en cualquier punto del diálogo.

Con una llamada basta, con un whatsapp es suficiente como ha ocurrido en otros momentos cuando convocan a los presidentes de los clubes de manera extraordinaria. La negativa de la Dimayor de no dialogar con los futbolistas es grosera y caprichosa. 

La Dimayor le recuerda al país, que todavía en el siglo XXI hay compañías, asociaciones y agremiaciones con modelos estructurales que se quieren desentender de la base del negocio, una base que se debe tener contenta y más que esto, pensar en su voz en los procesos de desarrollo. ¿Qué sucederá si el juez pita y los futbolistas se retiran de la cancha?, ¿Qué pasará si los futbolistas no asisten a los partidos en las fechas correspondientes?

Lo quieran o no, la voz de los futbolistas, que son quienes entregan espectáculo en los estadios, debe estar en cualquier decisión que corresponda a los futuros del ambiente. Los deportistas son la materia prima, sin estos los ingresos de los dirigentes tampoco serían posibles. Un dirigente sin procesos por mostrar, no sostendrá sus ingresos.

Luego, los escenarios de diálogo propician un mensaje positivo. Lo que hace la Dimayor, desviando el foco hacia el Viceministro del Trabajo, ratifica que no saben todavía cómo manejar el asunto, porque desde el 2007, se ha dicho en Colombia, que las decisiones en el fútbol las toman los dirigentes. Es como si una empresa de chocolates, no tuviera en cuenta la opinión de sus trabajadores para desarrollar nuevas líneas de producción.

La estructura del fútbol en Colombia, está determinada de tal manera, que en las regiones también conviven dirigentes que parecen los dueños de la disciplina, si bien son los responsables de promover y masificar el deporte, fungen en algunos territorios como capataces cuyo único objetivo es direccionar los dineros públicos del deporte, hacia el fútbol. ¡Por todo el país piden más y más canchas, para hacer más abundante el negocio!

Foto / Pablo Bohórquez

Como ha maniobrado la FIFA, que ha hecho suyo este deporte, incluso económicamente se ha fortalecido de tal manera, hasta el punto de llevar a los países a invertir en modernos y majestuosos estadios, en lugar de hacerlo en educación, salud y programas sociales. Edificaciones que luego se transforman en gigantes elefantes blancos.

En la única apreciación que estoy de acuerdo con el colega César Augusto Londoño, es en la hiperinflación que ha creado el fútbol mundial, con ocasión de la ambición de los altos dirigentes y la repartición de dineros inequitativamente. Porque los sueldos «volados», los perciben quienes poseen talentos excepcionales, quienes marcan la diferencia, quienes llevan el público a los estadios. Las figuras con las que hay que negociar el grueso del contrato.  Y esto no aplica a la generalidad, hay futbolistas ganando un millón de pesos.

Luego, es importante comprender que los sindicatos no sirven para mejorar las condiciones de unas minorías, sino celebrar acuerdos para que la mayoría se sienta satisfecha. Entendiendo la posición de colaborador de Win Sport, la opinión del respetado Cesar Augusto Londoño, queda entre cuerdas flojas en este asunto en específico. Por todo lo demás, total admiración a su trabajo.

¿Cómo se llega al fútbol profesional?

Los 400 futbolistas que hoy están en la Liga (sin contar los juveniles), no son los 400 mejores futbolistas que tiene Colombia y ahí es donde cobra fuerza el argumento que involucra la participación monetaria de quienes quieren debutar en primera o ser tenidos en cuenta en un equipos de segunda. Algunos jugadores también deben pagar por jugar cuando inician su carrera. También hay esfuerzos económicos en sus familias, hasta de sus agentes. El cambio de ciudad y la inversión que realizan cuando nadie cree en ellos y buscan levantar su carrera.

Sin tener en cuenta que el ejercicio de los futbolistas termina promediando los 35 años, lo que hace su vida laboral en el rendimiento deportivo, en una experiencia corta. Los periodistas podemos serlo hasta morir, los deportistas de alto rendimiento, podrán serlo hasta que su cuerpo lo permita.

El estilo de vida que debe sostener un deportista de alto rendimiento, las complejidades de las concentraciones, las ausencias en su núcleo familiar, en razón de campeonatos y todo lo que implica el entrenamiento invisible, que también cuesta.

Es sensato ya pensar en la voz de los deportistas para tomar decisiones, sin poner a consideración todavía las peticiones, que entre otras cosas desde una perspectiva de democracia participativa, no se debería negociar, ni en el fútbol, ni en ningún otro gremio.

Y si hablamos de los ingresos mensuales de los futbolistas, ¿cuáles son los ingresos mensuales de los dirigentes?, quienes están dirigiendo los destinos del fútbol profesional colombiano, no lo hacen gratis, o por mera vocación. Nadie se queda dos y hasta tres décadas en un negocio que no es rentable.

El fútbol es rentable y está demostrado, la cuestión es cómo se está distribuyendo la renta y cómo unos pocos no quieren ampliar el rango, porque tocar bolsillos genera malestar.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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