La fiesta del fútbol en el Estadio Palogrante de Manizales, fue total
El primer juego de la instancia final en la Copa Águila que protagonizaron el Once Caldas y el Atlético Nacional en la ciudad de Manizales en la noche anterior, dejó un saldo de felicidad y alegría por el espectáculo deportivo, en un hecho que marca la historia de ambas escuadras, especialmente la del «Blanco Blanco» por recibir en su patio a su par de Copa Libertadores.
Y es que la historia ya lo había determinado así, los únicos dos campeones colombianos en la historia de la Copa Libertadores de América, se enfrentaría en un duelo a muerte, donde la fiesta y el espectáculo deportivo debían primar para los más de 31 mil espectadores y asistentes. Y sí que lo fue. Los seguidores de ambos bandos, Holocausto por el blanco y Los del Sur por el verde, pero especialmente los locales, llenaron las tribunas con cánticos, bombos, cornetas y platillos y en general una fiesta deportiva que rescata el verdadero sentido del Estadio Palogrande como símbolo y lugar de encuentro de la ciudad.
Las imágenes, los videos y el registro en general lo dicen todo. Más allá de la paridad en el resultado, en las figuras destacables de Aldo Leao Ramírez (Nacional) y Ricardo Steer (Once Caldas), la fiesta fue total; y por supuesto el homenaje al profesor Luis Fernando Montoya con un trapo gigante para rememorar ese título libertador que sigue vigente en el corazón de los caldenses.
Un lindo escenario, que se acompañó de jugadas de fantasía, previas a cada gol y un marcador final que deja en «tablas» las condiciones de lo que será la última fecha, ya en otros bello escenario deportivo del país, como lo es el Atanasio Girardot de Medellín el próximo jueves, 1 de noviembre.
Este es el espectáculo deportivo que soñamos con el fútbol profesional, más allá de los triunfos y las derrotas. Lo verdaderamente valiosos de la gran final, es poder compartir, vivir a plenitud el goce del fútbol, enarbolando las banderas representativas, entonando los himnos que refuerzan la identidad de un pueblo, y materializando el amor por un terruño en un simple grito de gol.
La paridad en el marcador, es solo un ingrediente más para la fiesta del fútbol. La esperanza de levantar los brazos y gritar la gloria es tan posible para uno como para otro bando, sin embargo Manizales como ciudad, Caldas como Departamento y su gente, amantes, seguidores y fieles al «Blanco Blanco» ya ganaron, ya gozaron y ya disfrutaron del espectáculo, de los goles y de las emociones.