Equivocarse, un gesto que se castiga duro en el deporte
No hay un sector donde haya que tener más tolerancia al error-fracaso que en el deporte. La pérdida de una medalla, la caída en una competencia, el mal cálculo en una prueba de precisión, e incluso la toma de decisiones desde el cuerpo técnico o la dirigencia deportiva.
Vivimos en una sociedad que va a un ritmo vertiginoso, una sociedad que evita hacer un alto para la reflexión. La búsqueda del éxito, de la estabilidad laboral y emocional dependen mucho del capital y cómo me vean los otros. Nos sentimos y actuamos de acuerdo a estos parámetros, que terminan alejándonos del yo real.
El yo imperfecto, el yo humano, el yo falible, el yo que está a millones de kilómetros del éxito. Las sociedades occidentales son maleables, adictivas al adoctrinamiento y en eso, ineludiblemente tenemos que incluir al deporte, ese que no estamos mirando como estrategia para acercarnos a nosotros mismos, para descubrir nuestras capacidades.
Si gano soy el mejor, si pierdo soy el peor. Si mi proceso tuvo éxito soy un gran profesional, si mi proceso fracasó, dejo mucho qué pensar. La evaluación en extremos perjudiciales, en puntos críticos que en muchos casos destruyen, rompen, resquebrajan.
Lo sucedido con el Club Andrés Escobar, donde la categoría Sub 17 acaba de ser expulsada del Torneo Nacional de la Difútbol, puede invitarnos a pensar en la condición humana. En las decisiones donde el error se hace inherente a la naturaleza misma del razonamiento.
El alinear a un jugador que estaba expulsado no fue la mejor decisión, a la luz de la moral, a la luz de los principios que erigen la transparencia en el deporte; pero ya, tenemos que salir de ahí, tenemos que superar el bache y obligarnos a pensar por qué sucedió. Más importante aún, acompañar a quienes están inmersos en el suceso. El ecosistema del deporte regional no se puede convertir en una red social que le da la espaldas a sus circunstancias, principalmente cuando estas enmarcan un desacierto que lesiona de manera colectiva.
Como el ejemplo de Andrés Escobar, muchos otros. El caso del supuesto dopaje en Risaralda que mantiene su investigación en curso, las acciones en detrimento patrimonial de un organismo deportivo; la invalidación de otros deportes bajo la consigna que el propio reine, la indiferencia ante las necesidades que aquejan al deporte en el Quindio. ¿Qué nos motiva a actuar de esa manera?, ¿El temor al fracaso?, ¿El temor al qué dirán?
Es necesario en la dinámica de la sociedad actual, hacer un alto para responder a estas preguntas, pero ojo, hacer un alto y continuar, no quedarnos en un letargo reflexivo. Eso nos ayudará a entender en cada etapa de la vida, hacia dónde vamos, cuál es nuestro propósito y cómo queremos llegar a ese propósito, siempre teniendo presente que como humanos, cometemos errores.