El racismo en el deporte colombiano, un tema sin mayores controles
El racismo en el deporte colombiano, un tema sin mayores controles
Son pocos los castigos que realmente se pueden considerar como apropiados a la hora de hablar de racismo y más cuando se habla de deporte, ya que por la misma «calentura» se presentan mucho y pocas veces se toman correctivos. El último caso se presentó en el FPC y con un equipo del Eje Cafetero.
No es nuevo ni tampoco será el último caso que se vea en el país, pero lo que si hay que decir, es que nuevamente un caso de racismo aparece en el horizonte del deporte. Durante el partido y al finalizar el encuentro entre Rionegro Águilas y Once Caldas, hubo dos protagonistas que se llevaron todas las luces, no precisamente por sus goles, sus atajadas o algo estrictamente deportivo, sino porque hubo comentarios que no tenían lugar, ni sentido.
El arquero uruguayo Lucero Álvarez fue denunciado públicamente en rueda de prensa por el entrenador de Once Caldas Hubert Bodhert, ya que durante todo el juego se la pasó discriminando a un colega suyo y además una de las promesas del onceno blanco, como Johan Carbonero, todo debido a su color de piel, algo a lo cual el entrenador se vio en la obligación de defender no solo a su jugador, sino su propia etnia afrodescendiente.
Es entendible y más en un mundo como el del fútbol, que cada partido trae emociones y genera millones de reacciones, por eso se presentan peleas entre jugadores, insultos que quedan en la cancha, problemas entre tribunas, pero lo que no es propio por más que las revoluciones no se puedan controlar, es insultar a un compañero de trabajo por simplemente ser diferente.
“El deporte es considerado como uno de los mayores promotores de valores éticos de nuestra sociedad. Esto podría perfectamente ser así, pues el deporte tiene cualidades suficientes para ello, pero no es objeto de este artículo desarrollar sus virtudes, sino incidir en lo que no dejan de ser una serie sorprendente de paradojas que su práctica acarrea. Violencia en los espectáculos deportivos, situaciones de racismo, sexismo y abusos varios, doping, intereses políticos… son solo varios de los aspectos que podemos encontrar si profundizamos un poco bajo la superficie aparentemente llena de valores del deporte. Cabría pensar que este contraste entre las utopías del deporte y sus realidades queda circunscrito al ámbito del deporte profesional y deporte espectáculo, pero se comprueba que esto no sucede. Así, estas alteraciones han invadido otros campos del deporte como son el deporte lúdico, de salud, escolar” (Racismo y deporte, una aproximación sociológica, Héctor Alonso Ruiz).
Y es que por ejemplo en Europa, muchos casos de este tipo son sancionados ejemplarmente, no solo a jugadores involucrados, sino a los propios hinchas, quienes en su mayoría son los protagonistas de este tipo de situaciones, como ocurrió con aquel aficionado que en un partido entre Villareal y Barcelona le lanzó una banana al brasileño Dani Alves, quien fiel a su estilo la recogió y se la comió para dejar sin palabras a esa persona que lo trató como ‘mico’, una acción que le valió para que su amado club lo sancionara de por vida para volver a ingresar al estadio.
Los colombianos no han sido ajenos a eso, Víctor Ibarbo cuando estuvo en el Cagliari fue objeto de insultos racistas e incluso de sonidos de monos, Freddy Rincón fue otro jugador que en los 90 sufrió por actos de ese tipo, estando en el Real Madrid; Carmelo Valencia y Dhawlim Leudo estando en Equidad sufrieron insultos de hinchas del Deportivo Pasto, hecho que llevó a que el equipo nariñense fuese multado y así por el estilo existen muchos más casos, pero que sin duda alguna este último en particular, terminó de marcar la historia, ya que la Dimayor multó al golero uruguayo con casi 32 millones de pesos y además ocho fechas sin poder ingresar ni siquiera al estadio, mientras que al entrenador a quien se le acusó de insultar a un integrante del cuerpo técnico del equipo antioqueño, se le pusieron dos fechas de sanción.