El hincha tiene un valor incalculable y eso lo tenemos que rescatar desde el periodismo

Así como incuestionable es invaluable su función en el contexto deportivo, es quien le inyecta esa dosis de emoción a los partidos. No se puede negar que un equipo sin una barra activa es una empresa más. 

Los aficionados al cuadro matecaña salieron en la noche del jueves 18 de octubre a encender una vela por mejorar el ambiente del representativo de La Perla del Otún, lo hicieron en un escenario simbólico para el municipio, la Plaza de Bolívar, sitio donde en diferentes épocas de la historia, la ciudadanía se ha agolpado para reclamarle protagonismo a la institución que pese a las más de siete décadas, no registra una estrella en su camiseta.

Sin embargo en esta ocasión no fue para reclamar, como habitualmente se hace, fue para enviar un mensaje positivo a los jugadores que entrarán a la recta final del Torneo de Ascenso 2018 este domingo 21 de octubre, cuando enfrente al Unión Magdalena en condición de visitante, (3:00 pm).

La Asociación Deportivo Pereira Amor Eterno, Depae, logró generar simpatía  en los medios sociales y convocar a por los menos 100 personas que llegaron hasta el centro de la ciudad para acompañar la acción que motivó a través de una reflexión, a pensar en el posible ascenso a la primera división del fútbol colombiano.

Fue así como con velas y un padre nuestro pidieron para que se viva un ambiente en paz en lo que resta del campeonato, y que los once en el terreno de juego pueda rendir para entregarle una alegría a esta hinchada que tras siete años en la segunda división, parece resquebrajarse, parece no encontrar calmante a tanto dolor.

La noche de las velas tiene una importancia mayúscula si lee como el gesto que evidencia el sentimiento que mueve al aficionado, ese que no conocen los dirigentes que ven al Deportivo Pereira como una empresa, como una corporación a la que hay que subastar ante el mejor postor. El gesto en la plaza de Bolívar, es esa idea añeja que apunta al que el fútbol sigue siendo de la gente, del pueblo y por el pueblo.

Niños, adolescentes, jóvenes, adultos mayores hicieron parte del ejercicio espiritual, muestra clara que en este deporte no hay edades, que los abuelos siguen amando al grande matecaña pese a los baches más inciertos en las oficinas y en la cancha. Desde el primer descenso en 1997, hasta el segundo descenso en el año 2011, todas esas cargas emocionales, las ha tenido que soportar la gente, la gente que ama al Deportivo Pereira.

Es porque eso que desde el ejercicio periodístico si se debe reconocer a un actor valioso en el mundo del deporte, es al hincha, porque como él mismo lo ora en sus trapos y cánticos, estamos por la camiseta no por el jugador, frase que cobra sentido cada vez que por una institución pasa un futbolista sin pena ni gloria, porque esa pena, y no la gloria es la que tiene que padecer el espectador que acompaña en cada fecha.

Encender una vela significa fe, esperanza, ilusión y está claro que esto todavía no ha muerto entre la fanaticada pereirana pese a los 74 años de fracasos.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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