El Golf exige el desarrollo de competencias para la vida
La realización del XI Torneo de Golf Gary Gilchrist Golf Academy – GGGA en el Club Campestre de Pereira, debe asumirse como una nueva oportunidad de ratificar en el Golf una alternativa, para el desarrollo de competencias para la vida.
La mirada sobre su práctica, debe estar alejada de preceptos de identidad enmarcados en la élite y la exclusión, y convertirse por el contrario en una apuesta que cada vez llegue a más personas, tanto en su práctica, como en el nivel de apreciación de la disciplina.
Más allá de la estética, el Golf es un campo que exige preparación, condición física, mental y espiritual. Sus grandes exponentes a nivel mundial son solo referentes de inspiración, porque aventurarse a tomar el taco, posicionarse frente a la bola, desarrollar una técnica mediada por el cálculo matemático, las distancias, la fuerza y el tipo de golpe, la dirección, inclinación del terreno y hasta adaptación climática, son algunas variables, quizás las más comunes a superar en un recorrido que puede durar hasta cinco horas.
Jugar al Golf por competencia o por pasión, es tan saludable como cualquier otra disciplina. Y los retos a los que se enfrenta en la actualidad, se perciben desde la necesidad de masificar su práctica, hasta consolidar procesos formativos que enamoren a niños, niñas y adolescentes para descubrir el sentido y la vivencia del Golf.
Este deporte es eso, vivencia y experiencia. Pero no una experiencia accidentada a la luz del azar, por el contrario, es una experiencia cultivada en la preparación, en la disposición y en la actitud.
Quizás lo primero que debe superar el golfista amateur, es la frustración, y desde allí ya hay valores de ganancia en quien asume ese reto. No es solo tomar un “palo” y pegarle a una “bola”, ello es solo el primer gesto, quizás el más básico, pero en su trasfondo el hecho de asumirse como golfista tanto en la práctica como en su apreciación, es entenderlo desde todas sus potencialidades. Las mismas que exigen ser un buen matemático, un buen físico, hasta identificar un adecuado estado emocional para ganar concentración, precisión y una inagotable apreciación de todos los factores que pueden influir en el gesto del golpe y el recorrido de la pelota. Hasta un mínimo suspiro incluye el movimiento del corazón. Por ende, la cordialidad en el golpe vienen desde adentro, casi desde la espiritualidad de golfista.
Esta bella práctica merece un lugar de privilegio, pero no del privilegio excluyente, por el contrario el de la inclusión, para masificarlo y hacerlo accesible a tantos amantes potenciales existentes.
Eventos como el XI Torneo de Golf Gary Gilchrist Golf Academy – GGGA son una excusa perfecta para ratificar y promover esa vivencia integral que exige el desarrollo de competencias para la vida a través del Golf.