Cuando los deportistas se vuelven estrellas internacionales
La primera edición de la Colombia 2.1 Oro y Paz trajo consigo a los mejores equipos del mundo, al interior de ellos deportistas reconocidos por sus logros, por su brillo a nivel internacional; sin embargo otros, que apenas alzan vuelo, empezaron a sentir con la Oro y Paz que sus vidas están cambiando.
Los padres de familia, los amigos y conocidos son los primeros en percibir cuándo el deportista empieza a ser reconocido, el momento exacto cuando se desprende del anonimato para escalar peldaños que lo convierten ante los medios de comunicación y los aficionados al deporte, en un referente.
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Cuando el deportista deja su faceta de deportista y tiene que ser algo más, entonces empieza a sortear con actividades que ineludiblemente le exigen separarse de su contexto inmediato, alejarse de la familia, desprenderse momentáneamente de sus amistades para atender a afanes comerciales de sus patrocinadores, ignorar lazos afectivos para depositarse en el mundo del deporte y la fama, el ‘estrellato’ que conspira en contra de sus vínculos y lo conecta con lo superfluo ante las cámaras, el autógrafo y la excesiva seguridad.
En esta carrera Colombia Oro y Paz me llamó la atención ver cómo la madre de Daniel Felipe Martínez, del equipo Word Tour EF (Education First) donde también compite el célebre Rigoberto Urán, tuvo que ver a su hijo desde el exterior de una puerta de seguridad, la avanzada del presidente Juan Manuel Santos no la dejó despedir a Martínez, pues en su tierra, Colombia, tenía la posibilidad abrazar a su hijo antes de una competencia de gran nivel, tal vez como no vuelva a suceder en el futuro.
-Déjeme pasar, voy a despedir a mi hijo, él es Daniel Martínez, por qué no me deja pasar si tengo escarapela VIP, – entre por otro lado señora, por aquí no se permite el ingreso- respondieron. En el momento por ninguna puerta estaban dejando ingresar. al final la señora pudo mirar entre rejas el bus que transportaba al EF, en ese instante la idea de abrazar a su hijo se desvaneció por una orden de seguridad, en una carrera que para Daniel es una más; pero para ella tenía un valor especial, se corría en Colombia.
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Lo mismo sucedió con el Movistar Team, más de 30 periodistas estaban esperando el descenso de Nairo Quintana del automóvil durante la jornada de presentación, la seguridad del evento, como la seguridad del equipo impidió que el protagonista se bajara, tuvo que quedarse 35 minutos al interior, para al momento de ser llamado el Movistar Team, descender con una turba de gente que lo acechó de inmediato, 15 hombres de la fuerza pública tuvieron que controlar la situación, el gran Nairo Quintana estaba ahí y la gente intentando compartir con él.
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Esta realidad se repitió con Rigoberto Urán, después de salir de la tarima de presentación en el estadio Francisco Rivera Escobar, fue abordado por lo menos por 10 personas que querían tomarse fotografías con él, no permitieron que caminara, el antioqueño tuvo que quedarse unos cinco minutos para en medio de la multitud conceder un autógrafo o una que otra selfie mal tomada. Él entre su jovialidad y espontaneidad pudo al final salir ileso del suceso.
Hasta el mismo Jarlinson Pantano lo vivió, el vallecaucano recibió a un grupo de jóvenes que entusiasmados le solicitaron selfies, entre chanzas y risas el pedalista caleño compartió con ellos hasta donde pudo, después se fueron acercando más y más personas a hacer lo mismo, por lo que vivió una situación amenazante y se despachó hacia el autobus.
Estas situaciones no reflejan más que la vida que tiene que vivir el deportista una vez se convierte en una figura reconocida, un referente que los medios han exaltado por años, por victorias o por reconocimientos producto de trayectorias cargadas de sacrificio. El deportista que alcanza la figuración internacional debe saber sobrellevar, desprenderse de mucho para apegarse a poco, a una fama que solo él decidirá hasta dónde la pueda llevar.
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Siempre los más beneficiados y también perjudicados serán los familiares, los amigos y conocidos que deben entender que esa figura cercana tiene que dejar de serlo por cumplir con compromisos que trascienden el campo del deporte, para convertirlo en una pieza de exposición, en un elemento de marca y reputación.
En la zona VIP de la Colombia Oro y Paz ni siquiera pueden estar los familiares de los ciclistas, porque varios espacios son reservados para altos mandos del Gobierno central, para empresarios y patrocinadores, para mercaderes del deporte que obvian que una madre siempre tendrá el derecho de despedir a su hijo, sea cual sea la situación.