El alma del fútbol son los hinchas que hacen la fiesta
Vivir una final es un lujo que se pueden dar pocos equipos, pero montar una fiesta como la que se vivió en el Doce de octubre y en una final, es incomparable.
El fútbol da la posibilidad de vivir momentos de alegría y tristeza, donde en una cancha no solo convergen 11 contra 11 en un terreno de juego y detrás de un balón, sino que a su alrededor hay decenas de cosas que convierten este deporte en toda una fiesta.
Algo de eso se vivió en la reciente final en el partido de ida entre Cortuluá y Deportivo Pereira, este jueves 6 de junio, donde no importó el clima cambiante, ni las graderías llenas, era el momento de disfrutar una final con ambas tribunas presentes.
Desde muy temprano muchos carros en caravanas entre amigos, familiares, conocidos, comenzaron su travesía de viaje para acompañar y alentar a su equipo, el grande matecaña que por segunda vez vivía un momento histórico, una final por el título.
Por el otro lado, todo era fiesta, color y mucha música como ingrediente adicional para prender a los cientos de seguidores del Cortuluá que se acercaron y llenaron las tribunas.
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Los goles marcaban ese grito que todo amante al fútbol anhela que diga presente y así fue, un partido que no dejó dudas del por qué ambos elencos habían llegado a la final, con jugadas que hicieron vibrar de emoción y júbilo a los cerca de 14 mil espectadores que se acercaron para vivir ese pletórico momento.
Más allá de todo el esplendor, el color y la alegría, lo mejor estuvo en la tranquilidad con que ambas parcialidades vivieron y gozaron el juego, con tribunas mezcladas y sin que algo para lamentar ocurriera. El fútbol es fiesta y paz.
Eso demuestra que el hincha sigue siendo el alma de la fiesta. Los estadios vacíos no seducen a nadie, no contagian alegría ni llenan corazones.