Yeniffer Katerine Guerrero Ome: de espectadora a campeona del paraatletismo

Foto: Suministra Yennifer Guerrero

Para algunos deportistas sus sueños empezaron practicando alguna disciplina desde niños, o viendo competencias en una pista o cancha, algo que les hacía anhelar el momento de ser protagonistas y sentir una medalla colgando en su cuello al momento que se escuchaba el himno de su país, subidos en un pódium. Y para otros, solo eran espectadores de televisión sin deseo de practicar lo que veían.

Este fue el caso de la campeona de la vida y el atletismo, Yeniffer Katerine Guerrero Ome, que de niña veía las competencias del veloz deporte del atletismo en la pantalla de un televisor, pero no pasaba por su mente practicar o competir en el atletismo, muchos menos en salto alto. En su colegio la clase de educación física era agradable, porque corría con velocidad y corazón, sin pensar que pronto sería ella quien estuviera de protagonista compitiendo y ganando en las pistas de atletismo del país.

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Su carrera de atleta empezó cuando tenía 15 años, durante una clase de educación física, donde aventajó a sus compañeras, y casualmente el presidente de la liga de Atletismo de ese entonces, Jhon Restrepo, andaba por el colegio buscando talentos y vio que tenía las piernas más veloces de las estudiantes del colegio, hecho que llevó a Restrepo a incluirla en su equipo, y no se equivocó, porque en su primer debut de Intercolegiados, se ganó la medalla de bronce.

Katerine vio este llamado como una oportunidad de la vida, por eso no dudó en aceptar el ofrecimiento y empezar sus entrenamientos bajo la dirección del profesor, Jorge Enrique Beltrán, quien vio sus habilidades en salto alto y la perfiló en esta modalidad durante 8 años.

Este proceso fue esencial para madurar la técnica y la velocidad que requeriría para las competencias que más tarde dieron su fruto, porque ganó su primera medalla en unos Intercolegiados nacionales que le abrieron las puertas a una beca universitaria, otro sueño que no había logrado por su situación económica.

Así transcurría la vida de la atleta, que alternaba sus estudios de ingeniería de sistemas con las prácticas y competencias de salto alto en la categoría de menores, juveniles y universitarios, que le dieron otra medalla a nivel nacional perfilándola como la revelación del atletismo en el país.

Luego, cuando la deportista se graduó, decidió irse a Bogotá a ejercer su profesión en una empresa hasta el 2019, pero tuvo que alejarse del atletismo para dedicarse a su trabajo y a la familia. De esta manera, su vida laboral y familiar siguió adelante junto a sus dos hijos y su esposo, pero sin el atletismo.

Foto: Suministra Yennifer Guerrero

Regresó a Armenia como para atleta

Sin embargo, a todos nos llega un mal momento, y para un deportista es cuestión de luchar o rendirse porque puede ver una situación adversa, como el fin de su carrera o la oportunidad de demostrarse cuánta fortaleza ha acumulado en su interior para enfrentar el adversario más fuerte de su vida: el “suceso imprevisto”.

Estando en la capital, un día fue al médico para realizarse unos exámenes de rutina, pero los resultados cambiaron el rumbo de su vida porque le descubrieron una retinitis pigmentaria (grupo de enfermedades oculares poco comunes que afectan la retina) resultado que para ella fue una de las caídas más fuertes que recuerda y que la llevaron a pensar cómo levantarse y replantear su futuro.

“Sentí que todo se derrumbó, que no había salida. Son estados de rabia, tristeza, frustración que hay que vivir, pero Dios y la vida nos van mostrando el camino a seguir porque la vida tiene un propósito. Por ejemplo, si no me hubieran diagnosticado esta enfermedad, quizá estuviera encerrada en una oficina trabajando y no pudiera compartir el tiempo que ahora tengo para mis hijos y esposo, y practicando el deporte que me apasiona”, dice la campeona.

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Pero Dios le había dado tres bendiciones: Luis Eduardo, su esposo; Matías Alejandro y Lucas David, sus dos hijos. Así que tomaron la decisión de regresar a Armenia y seguir el otro camino que le aguardaba, y así fue. El atletismo la recibió como al hijo pródigo y nuevamente retomó sus entrenamientos de salto alto, pero su nueva condición visual no se lo permitía.

Para la campeona de salto esto no fue un obstáculo, sino un impulso para mostrar su talento. Por esto, siguió los consejos de su entrenador, Jorge Enrique Beltrán, y empezó a competir en para atletismo de velocidad, y desde entonces ha participado y ganado en diferentes competencias, como la medalla de plata en los pasados Juegos Paranacionales del Eje Cafetero.

En la actualidad, la deportista dedica su tiempo entre el hogar y el entrenamiento. Cada mañana madruga junto con su esposo, Luis Eduardo, para alistar a sus hijos para la escuela. Y cuando ella entrena, él le ayuda con los quehaceres del hogar y cuida los niños.

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Este año, Yeniffer quedó en la categoría T12, dirigida a corredores con una discapacidad visual significativa, pero que aún conservan algo de visión. Allí ganó tres medallas de oro, arrasando con las tres categorías de 100, 200 y 400 metros.

Así mismo, recibió una exaltación por parte del sector público privado como la mejor deportista del Quindío en condición de discapacidad.

Lo importante es no dejarnos caer en los momentos de prueba o dificultad, sino esperar y ver que todo pasa y obra para bien, dice Katerine.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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