Las familias también ganan medallas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe
Están ahí observando, pendiente de cada movimiento y lo viven en carne propia, así son los padres y las madres de familia que deciden acompañar a sus hijos a los diferentes eventos deportivos a los que asisten.
¿Qué no daría un papá por ver triunfar a sus hijos?, ¿qué no daría una mamá por ver sonreír a sus hijos?, son preguntas que se resuelven de manera sencilla, ellos también viven como pocos, cada prueba a la que tienen que acudir sus descendientes.
Por estos días en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, son varios los familiares que aprovecharon que las justas son en Colombia y llegaron hasta Barranquilla para ver más de cerca a los atletas que suelen competir lejos de casa. Es que precisamente verlos salir de casa con un sueño es un momento difícil, cuando la mamá se tiene que despedir con lágrimas y algo de ansiedad, cuando el papá desea éxitos sin dejar de sentir corazonadas; y aunque el deportista se marche, estarán todo el tiempo en contacto con sus familiares, sus hermanos, sus amigos, porque la distancia no rompe lazos.
«La empresa privada que más apoya a los deportistas en Colombia, es la familia, la misma familia de los atletas», manifestó Hadison Aguirre, periodista deportivo; esto lo confirmó Álex Cuvajante, patinador medalla de oro en las justas, «En algún momento mi familia tuvo que vender el carro para yo poder competir en un torneo internacional, atrás de nosotros está la familia haciendo grandes sacrificios por cumplir nuestros sueños», dijo.
Semilleros Deportivos encontró a Fredy López, padre de la arquera más destacada que tiene el país, Sara José López Bueno. Fredy llegó hasta la arenosa para acompañar a Sara a una más de sus competencias, y lo primero que hizo después de llegar al estadio Lulio González de Puerto Colombia, Atlántico, fue colgar la bandera de su tierra y alentar a Sara desde las graderías.
«Siempre acompaño a Sara a las competencias que ella tiene, si puedo físicamente pues mucho mejor, o sino siempre que está disparando yo estoy consultando en Internet las competencias. Cuando acompaño a Sara siempre miro los partidos desde la tribuna, no miro la pantalla sino que miro con binoculares», dijo Fredy López.
En ese acompañamiento ha logrado conectarse tanto con su hija, que cuando Sara dispara con su arco él ya sabe dónde va a caer la flecha, esto lo ha podido aprender en cada prueba donde puede estar pendiente de su hija. «Antes que suelte la flecha, en el movimiento que ella hace, uno ya sabe dónde va a caer. Es una emoción indescriptible, es lo máximo que me puede pasar a mí, agradezco a Dios que me permita vivir estos momentos cuando ella está compitiendo, cuando la flecha cae en el amarillo, cuando se gana un partido», agregó Fredy.
Siempre se hace en la parte alta de las graderías, sabe que desde allí puede observar mejor la prueba, además afirma que lleva un kit de preparación como lo son la bandera de Colombia, la bandera de Risaralda, hidratación y los binoculares.
«Me acuerdo en una Copa Mundo en Medellín, que el señor que estaba al lado me dijo: «Oiga usted se va a infartar», el señor no sabía que quien estaba compitiendo era mi hija, y cuando se enteró ya me dijo: «con razón, yo pensé que se iba a infartar en el partido…» compartió como anécdota, López.
Lucelly Cano, madre del judoka Johan Sebastián Rojas Cano también llegó hasta la capital del Atlántico para estar cerca de su hijo, quien marcó un momento importante en su recorrido como deportista. Johan logró la medalla de bronce en los – 60 kilogramos, en una prueba complicada, no solo para él, sino para ella que vivió minuto a minuto los combates.
«Antes de cada competencia me dan muchos nervios, me estreso mucho; pero trato de darle a él mucha seguridad para que él entre dando el todo por el todo. Igual cada competencia es algo nuevo, cada competencia puede traer resultados positivos o negativos, pero no se dejan de sentir nervios antes de cada campeonato», expuso la madre del atleta.
Cuando Rojas terminó la prueba ante el mexicano José Rojas, donde pudo quedarse con el tercer lugar en su categoría, lo primero que hizo fue dedicarle el triunfo a su mamá, gesto valeroso que reconoce el esfuerzo que doña Lucelly hizo por llegar hasta Barranquilla para estar ahí, acompañándolo en un examen del Ciclo Olímpico.
Aunque no todo quedó ahí, porque la celebración también fue para su abuela, que pese a su edad logró llegar hasta el calor de la costa caribe colombiana para aplaudir al nieto orgullo de la familia.
Es que las familias son el bastión, el soporte, son los aficionados más importantes para los atletas que por estos días representan a Colombia en la versión XXIII de los juegos caribeños. Son las familias una razón de orgullo, son quienes celebran las medallas atrás del telón.