Jugar para competir o jugar para recrearse, ¡Hay que tenerlo claro!
La recreación es en sí una manera de estimular el cuerpo, de despertar sentidos sin el afán de conseguir un objetivo específico por encima del otro. La competencia no, esta exige y cada vez pide más, incluso en contra de las emociones.
Millones de madres y padres en el mundo quieren que su hijo practique fútbol para iniciar una carrera orientada al estrellato. Los canones publicitarios y de mercadeo en este deporte han llevado a eso, a que cada vez más personas sientan el deseo de ver a un familiar acaparando flashes de cámaras y ganando millones de pesos.
Todo lo anterior hace parte de una idea equívoca que está atentando contra el deporte, la actividad física y la recreación, sin entender incluso las diferencias que existen entre estas.
Al niño, niña, adolescente o joven se le puede permitir la práctica de una deporte, sin necesidad de presionarlo a que se incline por este como camino de vida, ni siquiera como un proyecto a largo plazo donde se busque el éxito.
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El ser humano no nació para ser exitoso, ni siquiera para ser fracasado, nació para vivir libre y desarrollarse a sí mismo. Infortunadamente en el imaginario social no se ha podido comprender esta línea de pensamiento y todo lo que parece recreación y actividad física, se convierte en competencia.
Dejar a las personas desarrollarse a sí mismas y ser felices a través de la actividad física, la recreación y el deporte, es una manera sana de aportar a la sociedad, pues no todos deciden dedicar esfuerzos para el alto rendimiento.
Entrenadores y dirigentes deportivos
Si algunos familiares de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes no entienden esto, también sucede con entrenadores y dirigentes deportivos, que por el ánimo de acogerse a ambientes resultadistas, terminan generando procesos de exclusión al interior de los organismos deportivos.
Los miembros del equipo que no quieran ganar se pueden ir. Una frase de cajón, acuñada para despertar emotividad competitiva al interior de los clubes. Sin embargo, perjudicial para cualquier etapa de evolución en el aprendizaje de los niños, adolescentes y jóvenes.
La desmotivación o la motivación pueden llegar cuando de la actividad física se transita hacia la competencia; allí el ser humano se interpreta con mayores o menores habilidades que otro. Pero, y si ¿solo se piensa en la recreación, en la actividad física como práctica natural?
Esta opción también es válida. Desde las familias y los organismos deportivos deben contemplar la práctica de un deporte solo por recrear la mente, acudir al cuerpo y ejercitarse físicamente. Pensar siempre en la competencia terminará afectando otras habilidades para quienes no tiene la convicción de elegir el deporte como proyecto de vida.
Grave error cometen los familiares que integran a un niño a un club deportivo, esperando que emule los pasos de Radamel Falcao, James Rodríguez o Cristiano Ronaldo. Esto aplica para todas las disciplinas.