Jueces del deporte, sin justicia ante la crisis por COVID-19
Como en una zona gris, así se ubican los árbitros de diferentes disciplinas deportivas y especialmente de fútbol y fútbol de salón, que ante el cese de actividades deportivas a causa de la pandemia, también viven los coletazos del confinamiento.
Pese a ello, la mayoría de árbitros han aprovechado el tiempo para cualificarse y sostener encuentros también virtuales desde los que apuntan a fortalecer su conocimiento en sus respectivas disciplinas deportivas. Sin embargo, la historia cambia cuando se encuentran casos de jueces que literalmente viven del referato.
La informalidad es quizás uno de sus grandes enemigos, en parte porque su labor no es reconocida como una profesión, mucho menos como un deporte y tampoco los convierte en organismos deportivos; en muchas casos, son las mismas federaciones las que los acogen y les brinda las condiciones para cumplir con su rol de impartir justicia.
Al respecto, nos comentó Paula Grajales, Juez de Lucha Olímpica, que en el Eje Cafetero son solo cinco árbitros en esta disciplina adscritos a la Federación Colombiana de Lucha y sus ingresos “por fortuna” no dependen únicamente del juzgamiento.
Algo similar ocurre con en Voleibol, que para el caso de Risaralda, podría hablarse de unos veinte jueces que destinan tiempo, conocimiento y esfuerzo para el juzgamiento, en condiciones muy similares, sin depender del oficio para sobrevivir.
“Nosotros tenemos una asociación en el Colegio de Árbitros de Voleibol adscrita a la Liga Risaraldense, y ahí estamos vinculados cerca de veinte que tenemos una ventaja, y es que no dependemos o no vivimos del Voleibol, salvo un par de compañeros que tenían un relacionamiento de mayor dedicación, pero hasta el momento la mayoría tienen fuentes de ingreso o apoyo familiar”, comentó Edwin López Quiceno, Arbitro de Voleibol.
Caso contrario a Lucha y el Voleibol vive el arbitraje en el Fútbol y el Fútbol de Salón, donde los jueces que sí son mayoría frente a otras disciplinas, se encuentran en aprietos con el cese de los partidos, tanto a nivel profesional como aficionado.
“Nosotros hemos identificado 19 árbitros de la Corporación de Árbitros y sus familias que requieren apoyo, que dependen completamente del desarrollo arbitral, y en difíciles situaciones socioeconómicas, que no tienen estabilidad… y al no tener ingreso directamente del fútbol, se ven afectados y han tenido que ser subsidiados por sus propias familias”, comentó Jhon Eduard Aguilar de la Corporación de Árbitros de Fútbol.
Y es que, para estos 19 casos que son solo una pequeña porción representativa de una población, que en condiciones de país es indudablemente una cifra muy superior; se redujeron sus ingresos en un 100% afectando por supuesto el bolsillo, y agudizando su condición de informalidad ante el sistema de protección social de Colombia.
“En toda la teoría, el Juez es parte fundamental del desarrollo del juego, pero incoherentemente en la práctica, el juez no tiene un reconocimiento formal…” aseguró Pilar Grajales, referente del arbitraje en Dosquebradas-Risaralda, y quien además precisó.
“…tienen un agravante y es que no existe un tipo contractual con ninguna organización, hay acuerdos de palabra o por juegos, “partido jugado, partido pagado”… como es una actividad que se paga por hora/labor y como no hay contratos ni obligaciones contractuales, entonces no hay garantías ni obligaciones económicas….
En nuestro caso, (la Comisión Arbitral de Fútbol de Salón) contamos con 35 árbitros y el 70% …ni siquiera cotizan pensión y salud, porque sus ingresos no lo permiten”
Por su parte, en la Corporación de Árbitros de Fútbol, la lectura es la misma, pese a que varios de sus árbitros juzgan para los torneos del fútbol profesional de Colombia.
“Notros somos 60 árbitros: entre el escalafón nacional 16 y el resto son experimentados entre categorías A, B y C; tenemos tres asistentes en categoría A, un arbitro en categoría B y los demás son de la categoría C.” comentó Jhon Eduard Aguilar para Semilleros Deportivos.
Los árbitros profesionales, es decir aquellos que juzgan en el Fútbol Profesional Colombiano en las categorías A y B, reciben como contraprestación de su servicios cerca de $ 2.200.000 por partido, mientras los jueces de línea o asistentes reciben una cifra de $ 1.500.000, eso sí, siempre y cuando certifiquen afiliación al Sistema General de Seguridad Social y Salud – SGSSS en Colombia.
A pesar de sentirse “privilegiados” por estar en las grandes ligas, la contingencia generalizada obligó a la suspensión de los partidos y por ende se suspendieron esos ingresos que para muchos son su única fuente de financiación. Adicionalmente, los jueces más jóvenes que están en procesos de categoría C y de formación, son los que más golpeados se han visto por la situación.
¿En este panorama, han recibido ayudas?
En ese sentido, dice Aguilar… “…no hemos estado del todo desamparados, la Corporación Duke Sport nos apoyó con 50 mercados y ya se distribuyeron entre todos los árbitros”, un gesto que agradecen a uno de las empresas que se han dedicado a la organización de torneos aficionados y de primera categoría a nivel regional y nacional. Pero también precisa que “…por parte del gobierno local o nacional, no hemos recibido ningún apoyo… los árbitros estamos en un limbo deportivo, porque no es declarado una profesión, no somos clubes pero tampoco es un deporte…” por lo cual ve con distancia la posibilidad de recibir más apoyos.
De la misma forma, Pilar Grajales comenta que “…la Comisión Departamental de Juzgamiento, con un fondo colectivo, ha entregado mercados… y hemos solicitado ayuda a las alcaldías y personerías… peno nada… solo en Pereira en el sector de Cuba, un organizador del Torneo Élite Coliseo de Cuba nos entregó algunos mercados y también Bambinos Pizza y Discoteca La Fania”, y aunque esta es una ayuda especial para paliar la situación crítica de los más perjudicados, el problema es estructural y requiere una revisión profunda.
Aunque el panorama sigue siendo incierto, Jhon Eduard Aguilar sigue viendo con fe y esperanza la posibilidad de retornar a sus actividades con su colegas del arbitraje, por ello sigue motivando el encuentro virtual, para fortalecer su formación técnica y hasta su preparación física.
“…hemos desarrollado unos protocolos de movilidad funcional, en espacios de tres metros, como mínimo, donde el árbitro puede generar un acondicionamiento físico de ir y volver, además de todos los ejercicios de movilidad y fortalecimiento muscular, pero también queda dentro de la voluntad y el autocuidado, del auto profesionalismo… porque no hay forma de comprobar un seguimiento… de nuestra parte hemos desarrollado protocolos de preparación física, se han enviado a los grupos de WhatsApp… aunque no todos tienen un reloj que les mida la frecuencia cardiaca…”
Ellos, los árbitros, siguen tocando puertas para recibir apoyos, aunque se reconocen como una población que hoy no tiene prioridad ante la situación de emergencia social, pero esto no implica que tengan todas sus necesidades resueltas, de hecho identifican casos que por su nivel de vulneración podrían convertirse en “críticos” si nos se les genera ayuda pronto. “La conclusión es que esta es la oportunidad de replantear la condición profesional y como miembro formal del deporte…” preciso Pilar Grajales al cierre de la entrevista.