Hilvar Malaver un campeón que tiene alma de pedal y fuerza cafetera

Reciente campeón de la Segunda Válida Nacional de Ciclomontañismo en Cota, con un oro y dos platas para Colombia; campeón UCI C2 en Argentina; flamante campeón nacional del Short Track en Zipaquirá; ganador de la Ruta del Carbón MTB y del Cross Country en la V válida de la Copa Colombia de MTB; tercero en el Cross Country y dueño de innumerables medallas que adornan las paredes de su hogar.

Así podría comenzar la historia del ciclista de 32 años Hilvar Malaver, cuyas suelas apenas conocieron el asfalto. No es solo un nombre grabado en metales dorados, sino un espíritu indomable que desde la cuna, en la entrañable Ubaté, Cundinamarca, se crió al calor de un hogar donde las bicicletas eran más que un medio de transporte: eran el latido mismo de la familia.

Foto/ fb del deportista

Fue allí donde sus padres, Hilvar Malaver y Martha Calderón, se conocieron, y desde entonces, su hogar se transformó en una bicicletería. Su abuelo era el entrenador de ciclistas del municipio –y aún lo es–; sus tíos y demás familiares se movilizaban en bicicleta, y su padre era ciclomontañista. En casa de los Malaver, había de todo: pedales, llantas, neumáticos, parches, llaves, infladores y provisiones para ciclistas.

En el corazón de los Andes colombianos, donde el viento susurra historias de esfuerzo y las montañas se alzan como testigos silenciosos de sueños perseguidos, florece la leyenda de Hilvar Malaver.

Cada mañana al despertar, se prepara un café en su máquina de espresso alemana, Thomas. Luego, se sube a su bicicleta para pedalear por las empinadas y destapadas carreteras, acompañado de sus dos mascotas que le sirven de sparring.

Cursó su primaria en la Normal Superior, y no es difícil adivinar su medio de transporte, pues pedalear era el sustento diario de este experimentado atleta, quien simulaba los circuitos ciclísticos que leía, dando vueltas a la manzana.

“Me metía en ese rollo de hacer circuitos conmigo mismo y dar las vueltas que decía el volante”, recuerda Hilvar.

Lleva 22 años dedicado al ciclismo.

Estudió Ciencias del Deporte, obtuvo una maestría e incluso creó su propia fundación, Biking Village, para ayudar a niños con talento para el ciclismo pero que, por circunstancias de la vida, no tienen la oportunidad de demostrarlo.

Cuando comenzó a competir fue campeón nacional junior. Luego, se colgó una medalla de bronce en unos Panamericanos, lo que lo impulsó a Italia en 2016. Sin embargo, allí perdió todas las etapas contra la soledad, por lo que decidió regresar a su tierra.

Foto/ fb del deportista

En 2018, pensó que terminaría compitiendo a nivel local o como entrenador. Por eso, se dedicó a preparar ciclistas y, junto con sus primos y su novia, crearon el equipo Specialized biking village para competir y la fundación Biking Village.

“Mi mayor obstáculo he sido yo mismo, porque al ascender de categoría siempre figuraba entre los primeros, pero con el tiempo, llegué a sentir que había competidores a los que jamás podría ganarles. Descubrí que esa era una limitante autoimpuesta, como si no mereciera ganar. Así que me dije: ¡Oiga, yo sí soy capaz! Y así fue”.

En ese grito de autoafirmación resonaba la fuerza de un espíritu que se niega a ser encadenado por sus propias inseguridades.

La cuarentena por la pandemia de la COVID-19, fue una etapa dura, empinada y escabrosa para los deportistas, pero Hilvar supo enfrentarla con esfuerzo y supremacía, superando el récord de la soledad que cada mañana corría junto a él como un rival poderoso, pero no invencible. Además, aprovechó las redes sociales para compartir técnicas de entrenamiento y ejercicio físico.

Vencer obstáculos

Como todo ser humano, Hilvar también conoció el sabor amargo del tropiezo. Una sombra de duda se deslizó en su mente, susurrándole que la victoria ante los grandes campeones era una quimera. Pero la resiliencia, esa fibra íntima que teje el alma de los verdaderos guerreros, estaba profundamente arraigada en su ser.

En 2021, un velo de incertidumbre cubrió su rendimiento, y la senda hacia sus marcas se difuminó. A esto se le sumó el fallecimiento de su abuela cuando estaba en los Panamericanos.

Pero ni el propio Hilvar podía imaginar la energía latente que aún bullía en su interior hasta que se atrevió a inscribirse en una competencia de élite.

La victoria en su primer nacional fue un despertar, una confirmación de que la llama seguía viva. Luego, el honor de pedalear codo a codo con el campeón mundial, el suizo Christoph Sauser en la épica Leyenda de El Dorado, lo que encendió aún más su espíritu competitivo. Así que, de nuevo y a sus 26 años, regresó a las montañas con más energía y confianza, esa misma que había acumulado y que ahora lo impulsaba a triunfar.

Apoyado por Risaralda

Para este aguerrido deportista, correr en una pista de condiciones difíciles, es algo a lo que está acostumbrado. Ha tenido que enfrentar las sorpresas que trae cada curva a más de 30 o 40 km/h y sabe que los reflejos y la concentración son su mejor arma. Por esta razón, solo necesitaba alguien dispuesto a apoyarlo, porque la medalla estaba garantizada.

Risaralda lo apoyó, y Malaver ganó, demostrando cómo la experiencia, el respaldo y el compromiso generan excelentes resultados.

“La constancia y el trabajo diario, dan resultados sin importar el nivel porque eso es lo que he hecho, todo lo que creí no podría lograr lo realicé” dice Hilvar.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

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