Aprender a perder y aprender a ganar… los niños dan ejemplo
Muchas veces se ha hablado de la importancia de que tanto padres de familia como adultos responsables enseñen a los niños a perder, pues en la formación personal entra a jugar un papel determinante, sobre todo en los deportistas. Sin embargo, en repetidas ocasiones son los niños y niñas quienes dan cátedra de esto, cuando con la cabeza en alto aceptan su derrota y cuando ganan, con respeto por su rival lo acompañan y animan.
Aprender a perder radica su importancia en que los niños y niñas de hoy serán los adultos del mañana que no solo perderán partidos, se enfrentarán a situaciones en las que la frustración les hará pasar malas jugadas, a ellos y quienes los rodean.
Aceptar que a pesar de de los esfuerzos y sacrificios, en ciertas ocasiones, el otro fue mejor, fortalece la mente y la blinda ante situaciones difíciles. Estar triste o decepcionado son sentimientos comunes, pero saberlos llevar, no solo hará sentirse como deportista mejor consigo mismo, si no también con los demás.
Casos se han visto de niños que evitan competir por miedo a perder e incluso la frustración los hace abandonar su deporte. Allí es donde familiares y entrenadores cumplen un papel fundamental, y a través del ejemplo los forman para asumirlo de la mejor manera.
Y no menos importante que aprender a perder, es aprender a ganar. Cuando un deportista obtiene una victoria y humilla a su adversario al hacerlo, está olvidando el respeto por el otro, la humildad, la prudencia y desmeritando su esfuerzo. Los niños, en muchas ocasiones son ejemplo para asumir las victorias de la mejor manera.
“Lo importante en la vida, no es el triunfo sino la lucha. Lo principal no es haber vencido, sino haber luchado.” Pierre de Coubertin.
En las canchas, es común ver a algunos niños caer en el llanto cuando pierden y también es común ver a su rival ir hasta el lugar, levantarlo, consolarlo e inclusive abrazarlo. Allí es cuando los niños enseñan a los adultos, a quienes muchas veces desde las gradas se les olvida la condición humana de su adversario.
Cuando se gana una competencia en cualquier ámbito de la vida, aumenta la adrenalina, la euforia y la emoción por afrontar nuevos desafíos. Caso contrario a cuando llega la derrota. Es por esto que la invitación es a aprender de los niños y niñas, quienes con sus actos de humanidad demuestran que no importa el resultado, lo importante es divertirse y siempre volverlo a intentar.