Desventajas de las mujeres en el fútbol «profesional» femenino
Este será el segundo año que la División Mayor del Fútbol Colombiano (DIMAYOR) tenga en escena a la Liga Águila Femenina, un evento que la mujer venía pidiendo hace una década, y aunque ahora es una realidad, continúan bajo parámetros que no las reconocen con integridad en su condición de mujeres sujetos de derechos.
En el contexto nacional, frecuentemente se reclama el título de sujetos de derechos para aquellas poblaciones menos favorecidas, más vulnerables ante la mirada de la sociedad, ante el individuo y sus prejucios, ante las alternativas que tienen respecto a las oportunidades que ofrecen los diferentes sectores; obviando que el sujeto de derecho es toda aquella persona natural que está inmersa en un colectivo social.
Son las mujeres futbolistas que hoy hacen parte de la Liga Águila Femenina sujetos de derechos tal cual como lo son los hombres. Bajo este precepto, se empieza a trasgredir la idea cuando se originan hechos al interior del fútbol que evidencian cómo son tratadas en los respectivos clubes.
No se logra entender la razón bajo la cual, las condiciones para decenas de ellas parecen estar limitadas a los recursos económicos que se giran para gastos de administración de los clubes, donde se privilegia al fútbol masculino en aspectos básicos como la atención médica y relegándolas a ellas.
Semilleros Deportivos conoció hace poco, dos casos de dos futbolistas de clubes nacionales que declaran sentir discriminación al interior, trato diferencial en situaciones que no lo ameritan, con respecto a los jugadores hombres, quienes sí parecen gozar de todas las garantías por parte de las administraciones, presidencia y demás departamentos operativos.
Lo que queda es el mensaje de desigualdad que permea también el deporte. Aún cuando en las sociedades modernas se promueve la equidad de género, llega la Liga Águila Femenina para promover el derecho de la mujer en este deporte y no por el contrario condicionar el proceso en la materia.
Hay que aclarar que por lo tardío del surgimiento del torneo «profesional», decenas de jugadoras de los 23 equipos que hoy integran la competencia, han tenido la oportunidad de estudiar, han vivido situaciones donde en colegios y universidades se les trata con respeto. No es sano para ellas que lleguen a un entorno (mercado del fútbol) y se les menosprecie por ser mujeres, por presuntamente representar un gasto y no una inversión para las instituciones deportivas.
La mujer como deportista, merece las mismas garantías médicas, de atención, de infraestructura, de comunicación y trato que hoy tienen los hombres en el balompié doméstico. Si no se puede cumplir, entonces, ¿Por qué crear una liga bajo estas condiciones de discriminación?
Si bien la Liga Águila Femenina empezó en desventaja por aquello de los derechos de formación que no se le cancelará a clubes que han venido trabajando sobre el tema hace años, es necesario que los futbolistas hombres promuevan valores de respeto hacia la mujer. Bajo ningún contexto, en el sentido humano de la persona, un futbolista hombre es superior a una futbolista mujer. Más que los administraciones de los clubes, la DIMAYOR, son los mismos futbolistas varones quienes tienen una tarea pendiente.
Finalmente, valdría la pena que los clubes profesionales de fútbol hicieran una revisión sobre cómo están abordando sus proyectos de incluir nóminas femeninas a la competencia, si lo están haciendo por cumplir ante la obligación que les ha generado la DIMAYOR, o si cuentan con un proyecto de acompañamiento interdisciplinar que les indique cómo manejar situaciones especiales con las féminas, tal cual lo manejan cuando un futbolista les solicita trato especial en determinado momento.