Lloré de alegría, en el borde de la piscina: Juan Pablo Botero

Semilleros Deportivos / Natación Carreras / Juegos Nacionales / Juan Pablo Botero

Foto / Semilleros Deportivos / Juan Pablo Botero / Natación Carreras / Risaralda / Juegos Nacionales

Soy Juan Pablo Botero Bermúdez, nací el 19 de abril de 1993 y practico la natación desde los 7 años.

Empecé en este deporte en el municipio de Anserma, Caldas de donde soy oriundo; siendo mi primer entrenador y guía el profesor Jorge Luis Berrio, quienme enseñó a dar mis primeras brazadas y con quien pasé gran parte de mi vida deportiva, dejándome grandes enseñanzas con su entrega y compromiso hacia su labor, forjando en mi la base del deportista y hombre que soy.

Allí, en mi pueblo natal llamado cariñosamente La abuela de Caldas en una piscina de balneario de tan solo 16 metros, empecé a alcanzar mis primeros logros a nivel local y nacional, fruto de una gran disciplina y dedicación. Llevándome a triunfar por mi departamento y mi país al ser Selección Colombia en varias ocasiones, haciendo aún más significativos los triunfos por la limitación con la que se contaba en ese momento, ya que las competencias nacionales e internacionales son en piscinas olímpicas de 50 metros.

Solo entrenar en este tipo de piscinas era muy exigente para nosotros y aquí tenemos muchas anécdotas, pero se resumen en que en algunas ocasiones viajábamos a Manizales o Pereira, normalmente antes de competencias importantes, para entrenar en piscinas olímpicas y “acostumbrarnos” a ellas, cosa que no conseguíamos con gran éxito, ya que el profesor siempre nos regañaba por los malos tiempos que hacíamos y además nos quejábamos constantemente, y muchas veces ni siquiera lográbamos terminar los entrenamientos.

Aun así, esto nunca fue una limitante en nuestramente y las competencias siempre las logramos sacar adelante.

Así pasé varios años de mi vida deportiva, con grandes alegrías y enseñanzas, donde disfrutaba mucho lo que hacía.

La natación siempre ha sido la base de mi vida y de muchas decisiones, una de ellas fue la de trasladarme a la ciudad de Manizales donde encontré grandes personas que me brindaron su apoyo para continuar mi proceso, seguir expandiendo mis horizontes en el deporte y a las cuales les debo agradecer.

Foto/Suministrada

En este lugar no logré cumplir mis expectativas personales, lo que me llevo a emprender un nuevo camino… y ese camino me condujo a Pereira, donde me abrieron las puertas, hallé un excelente grupo deportivo, me reencontré con viejas amistades e hice muchas más, me sentí muy cómodo y pleno; sentí que había hallado mi lugar.

Al llegar a Pereira me encontré con un gran sabio y maestro de vida como lo es el entrenador Carlos Triana, quien me ha enseñado a vencer mis miedos, a buscar la excelencia en mis propósitos, a tener una mentalidad fuerte sin dejar nunca atrás la cordialidadel respeto y la dignificación de la labor como deportista.

Semilleros Deportivos / Natación Carreras / Juegos Nacionales / Juan Pablo botero, David Arias, Sebastián Berrío y Samir Junior Franco

Foto / Semilleros Deportivos / Juan Pablo Botero, David Arias, Sebastián Berrio y Samir Franco / Natación Carreras / Risaralda / Juegos Nacionales

A mis compañeros de equipo y amigos también les agradezco por su compromiso y apoyo mutuo; siempre he tenido presente que la disciplina, la responsabilidad y la pasión son el motor para alcanzar los objetivos y metas propuestas.

Durante todo este tiempo he tenido una vida con grandes bendiciones y he contado con la suerte de tener el apoyo de Dios, mis padres y grandiosas personas a mi alrededor; usualmente los acontecimientos salían a mi favor, ya sea por disciplina, por trabajo, por el destino, por “suerte” o como lo quieran llamar, en otras palabras, nunca tuve grandes dificultades en mi vida…

…pero hace un tiempo eso cambió y me golpeó en una parte muy importante para mí,

…la natación.

Específicamente una lesión en el hombro con la que luché por mucho tiempo y varias situaciones que se escapaban de mi razonamiento y entendimiento.

La lesión empezó un poco antes de juegos nacionales de 2015, como una pequeña molestia en la zona de la axila que me dolía al hacer la tracción en el recorrido de la brazada, pero en ese momento no fue un gran impedimento; obteniendo allí grandes resultados individuales y colectivos, donde se destaca la medalla de oro y un record nacional en los 100m libre.

El verdadero impedimento empezó desde 2016 donde éste dolor empezó a empeorar y causar interferencia en mis entrenamientos, no me permitía realizar las brazadas con comodidad y mi técnica se comenzó a ver alterada.

En ese momento decidí realizar terapias y una recuperación para aliviar el dolor, pero aun así seguí con mis entrenamientos y competencias, ya que no me quería perder los eventos tan importantes que teníamos ese año y lo que estaba en juego, como la clasificación a Juegos Olímpicos, suramericano de mayores y la clasificación a futuros eventos de selección Colombia.

Sobra decir que esto fue una mala idea y lo único que hizo fue empeorar la lesión; el diagnóstico fue una tendinopatia en el supraespinoso y subescapular y cerca de una ruptura si continuaba por este camino.

Foto/Suministrada

Así, llegue al 2017 y desde el primer día quise enfocarme en la recuperación y volver lo más pronto posible al alto nivel, pero esto tardó mucho más de lo esperado; intenté muchas cosas, tuve muchas consultas y terapias pero no conseguía mejorar.

Todo esto me generó una gran frustración, ver que mi cuerpo no respondía al 100%, ver cómo me perdía muchos eventos en los que quería participar y oportunidades que ni siquiera pude tomar.

Fue un tiempo duro que me sacó lágrimas de impotencia, rabia y tristeza.

A esto se le suman varias problemáticas internas y muchos inconvenientes, donde varias personas nos dieron la espalda, nos quitaron su apoyo y nos trataron de ser unos deportistas rebeldes y algo “mayores”; nos dieron un trato que para mi forma de ver las cosas, no era el justo para unos deportistas.

No podía entrenar con plenitud, ni mucho menos competir, además se creó un ambiente alrededor de los entrenamientos en el que no existía la armonía, la sinergia del equipo se vio afectada, había mala energía y ocurrían muchos problemas. En ocasiones quería simplemente renunciar.

La lesión y todos estos eventos desafortunados llegaron cuando el equipo y yo pasábamos por el mejor momento, acabábamos de conseguir grandes cosas e íbamos por más.

Así fue como tomé la decisión de alejarme por un momento de todo esto, darme el tiempo de recuperarme, descansar, pensar y replantear lo que estaba haciendo.

Después de un tiempo me propuse tomar las cosas con calma y centrarme en mí.

Tuvimos que empezar desde un punto completamente fuera de forma, pues había dejado de nadar algunos meses y había sido muy inconstante, cosas que evidentemente para un deportista de alto rendimiento son un inconveniente.

Pero con la confianza en que el trabajo y la disciplina rendirían sus frutos; además, con la fe puesta en que Dios y la vida pondrían cada cosa en su lugar.

Fue un proceso de recuperación de la lesión y sobretodo de la confianza en mí, donde participaron muchas personas, familiares, amigos, novia, entrenadores, fisioterapeutas, médicos, dirigentes y varias personas más que me brindaron su apoyo y respaldo para permitir la recuperación y la solución de los problemas que teníamos en ese momento.

Los frutos de todo este trabajo se vieron reflejados en Cartagena en los Juegos Nacionales de Bolívar 2019, donde obtuvimos un gran resultado, a pesar de las dificultades en el camino.

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Estuve ansioso esos días, me costaba conciliar el sueño, estábamos en un momento decisivo y que había estado en mi mente por un buen tiempo, fueron muy pocas las competencias en las que pude estar después de la lesión y previas a este evento.

El momento cúspide fue la prueba de los 50 metros libre, venia de una decepción el día anterior donde perdí la medalla de oro en los 50 metros espalda por un error que cometí en la llegada, y no iba a permitir que esto pasara otra vez.

Tenía al lado un rival fuerte que venía de dominar esta prueba y con muy buenos tiempos, pero yo me sentía con mucha confianza, lleno de motivación; pues en mi mente ya había decidido que ese era mi momento y me sentía ganador.

Antes de subirme al partidor le pedí a Dios, que si me estaba escuchando en ese momento, me permitiera regalar la alegría de una victoria para mis padres, mis amigos, mi equipo y para mismo… y él respondió.

Foto/Suministrada

Desde el momento de la partida estuve muy concentrado para reaccionar rápidamente, una entrada en el agua firme, unas patadas bajo el agua potentes que me permitieran posicionarme bien desde los primeros metros, debía mantener la velocidad y la técnica hasta el final de la prueba, es una competencia explosiva y muy corta donde cada detalle cuenta. No mire en ningún momento hacia los lados, no me permití perder la concentración en ningún momento, solo pensaba en mí y en cada movimiento que hacía, y así lo hice hasta que toqué el otro extremo de la piscina de manera firme, potente y rápida.

Cuando voltee para observar el tablero de resultadospuse la mirada en mi nombre, vi que era medalla de oro

…exploté de alegría y satisfacción, golpee fuertemente el agua para sacar la emoción que sentía en ese momento, escuchaba los gritos de las personas que me brindaban su apoyo e inmediatamente le di las gracias a Dios por haberme escuchado; sentí gran tranquilidad porque me quité un gran peso de encima.

Mientras recorría la piscina para  llegar a un costado y alcanzar las escaleras, sentía como muchas emociones recorrían todo mi cuerpo,y antes de salir no las pude contener más…

lloré de alegría en el borde de la piscina, tomé un poco de aire para salir de ella y lloré nuevamente cuando abracé a mis amigos, simplemente no podía contener la emoción.

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Sentí mucha felicidad por volver a competir a ese nivel y estar a la altura de las circunstancias, ya que había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo había hecho.

Esto me demostró a mí mismo que se podían vencer grandes dificultades, se podía volver a empezar casi desde cero y me mostró de nuevo el valor de cada victoria por pequeña que fuera.

Esta medalla representa que el esfuerzo, el trabajo, la disciplina y no rendirse, tienen su recompensa… porque esta vez las lágrimas eran de felicidad.

Foto/Suministrada

Agradezco a Dios, a la vida, a mi familia, a mis amigos y a todas las personas involucradas en este proceso, especialmente a mis padres por su apoyo incondicional y ser mi soporte en todos mis momentos de este largo camino; quienes me han acompañado, tanto en las buenas situaciones como en las malas, porque ahora entiendo que es un proceso que tenía que vivir para aprender, que me dejó grandes enseñanzas y me ha ayudado a crecer como persona.

Ahora continúo enfocado en mi crecimiento personalen mi carrera deportiva y profesional.

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7 Respuestas

  1. Rubiel dice:

    Bendición Juan Pablo, siempre haz dado ejemplo de disciplina y liderazgo desde que estabas en el colegio, cuándo cómo docente té daba permisos a las 4 todos los días para ir a entrenar. Un abrazo, sos grande

  2. Salomé Vélez dice:

    Por la emoción que sentiste al mirar el tablero en Juegos Nacionales, es por lo que todo ha valido la pena… Gracias por compartir una experiencia tan hermosa con todos!!!

    • Juan Pablo Botero dice:

      Gracias Salo! Tu fuiste también una parte importante en ese proceso. Muy cierto lo que dices, esos pequeños momentos que hacen que todo valga la pena.

  3. Ernestina Rojas dice:

    La constancia vence, lo que la dicha no alcanza. Es un dicho viejo, pero cierto

  1. 18 de agosto de 2020

    […] Lloré de alegría, en el borde de la piscina: Juan Pablo Botero […]

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