La realidad de ser árbitro de fútbol, algo que parece no importarnos

La realidad de ser árbitro de fútbol, algo que parece no importarnos

Carlos A. Marín

“A veces somos menos que la bolsa de agua que tiran los jugadores al césped”, jueza de fútbol en Risaralda. Así es como expresa el sentimiento que en ocasiones le genera el impartir justicia en un encuentro.

Por: Carlos A. Marín

Me ha llamado la atención el tema de los árbitros por dos razones, la primera es que ellos mismos buscan rescatar su oficio, pues los medios se centran en los jugadores, los goles, y solo cuando hay actuaciones indeseables aparecen los árbitros como polémica en los productos informativos.

La segunda porque encuentro necesario hacer una reflexión sobre las implicaciones del ser árbitro de fútbol, pues hablando con varios de ellos comentan que alcanzar la primera categoría no es fácil; pero si llegar a ella es difícil, también lo es sostenerse en las categorías inferiores.

La juez, a quien no quiero citar con nombre propio, se acercó para hablar del tema, expuso además que su condición de ser mujer no le invita a quienes la maltratan desde unas graderías, a respetarla. Que pareciera que ser mujer y ser jueza de un partido de fútbol motivaran al improperio, en su caso hasta la agresión.

Luego, lo más sano que hay que hacer para escribir sobre árbitros es reconocer que no hemos hecho mucho por ellos. Hablamos de los encuentros, realizamos análisis de los goles, jugadores, técnicos, y cuando hay destacadas actuaciones arbitrales, nos limitamos a decir: ¡muy buen arbitraje!, y allí queda, en frases que ni siquiera alcanzan el eco de un gol.

Obviamos que los niveles de preparación psicológica se requieren desde cero hasta FIFA. Que cuando apenas se está empezando el riesgo de vulnerabilidad es mayor, porque cuando un árbitro llega a dirigir en la Liga, ya tiene un camino recorrido, y hombres que lo sustentan, los acompañan en el trayecto.

En un partido de torneo local, a la jueza agredida nadie la acompañó, ni la fuerza pública, las cámaras de televisión no estaban, menos los periodistas cubriendo el partido.

La presión de una final la viven los árbitros, cuando es un partido definitivo el juez conoce, siente en su corazón lo que significa para él y su profesión.

Máxime hemos alagado la carrera de Óscar Julián Ruíz, de Wilmer Roldán y Ímer Machado; pero ahí ha quedado todo.

En la Corporación de Árbitros de Risaralda hay más de 70, todos en diferentes categorías. Desde los que pitan torneos municipales de Baby fútbol, hasta los que arbitran partidos como Huila vs Santa Fe, en la Liga de Fútbol Profesional.

Jueces que como cualquier jugador de fútbol inician desde el reconocimiento de su interés. Así como un deportista reconoce el deseo que tiene de competir, así mismo un árbitro reconoce el deseo de impartir justicia. Puede que lo logre, puede que no, igual que le pasa a un goleador, puede que un día marque y al otro no.

Los jueces como las personas que asisten a los partidos también tienen días malos, donde su concentración se ve afectada. No es normal que un juez reconozca públicamente que se equivocó en una decisión, pero sí es muy frecuente que se lo cuenten a sus seres más cercanos.

Es que no hay que desnaturalizar la condición de los jueces, hacen carrera como cualquier otra persona interesada en el deporte. Empiezan sin categoría, y una vez alcanzan el nivel de teoría sobre arbitramento requerido y consiguen tener la condición física necesaria, pueden ascender a C,B y A, después llegan a pitar encuentros Conmebol, y finalmente si su éxito lo permite, terminan siendo árbitros FIFA.

En la categoría C pitan partidos de torneos nacionales como los organizados por la Difutbol, ¿Pero qué significa llegar hasta categoría C?

Decenas de árbitros no lo consiguen, se la pasan el resto de su vida pitando encuentros en barrios, torneos veredales y campeonatos entre amigos, así como ocurre cuando alguien que aspira al fútbol, no lo logra.

Después, puede que ocurra que se quede en la categoría C, también en la B, y así en la A, todo de acuerdo al nivel de exigencia personal.

Considero que hemos desnaturalizado al árbitro porque hemos obviado la pregunta necesaria. ¿Por qué no podemos prescindir de la figura del árbitro en un partido?

Es hora de empezar a mostrar sus procesos, cómo se preparan y qué hacen para ser la pieza número 23 dentro de un campo de juego.

“Unidos somos más. Más deporte, más región”

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1 respuesta

  1. carlos soto dice:

    Muy buen articulo, pero debemos de citar a otras entidades que tambien rigen el arbitraje como lo es la academia de árbitros risaralda que ha luchado ya varios años para que sus arbitroa sean reconocidos y puedan llegar a ser parte del escalafon nacional.
    Y le aclaro que para dirigir torneos de conmebol los arbitros deben de tener la escarapela FIFA.

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