Enseñar, la vocación que tiene Mayra Alejandra Muñoz

Foto/ Suministrada

Para muchos, ser deportista es el sueño que se tiene desde pequeño. Practicar una disciplina deportiva puede ser sinónimo de querer ser profesional en lo que se hace, y así lo asumió Mayra Alejandra Muñoz Ruiz, pero desde la enseñanza. Esta risaraldense es profesora de gimnasia. 

Nació en Pereira en 1994, en la  cuna de una familia paisa que tuvo que llegar a Risaralda por temas de violencia. Es la menor de tres hijos que tuvieron Cecilia Ruiz y Juan José Muñoz. Su infancia estuvo ligada a Dosquebradas, además es un amante de la actividad física. 

“Mi familia vivía en una comuna que se llama Buenos Aires en Medellín, pero tuvieron que salir huyendo por la violencia. Llegaron a Pereira porque un hermano de mi papá vivía acá y les consiguió una casa cerca a la de él. Nací en Pereira, pero me fui a vivir con ellos a Santa Isabel en Dosquebradas toda mi infancia”, explicó Mayra Alejandra. 

Gustos por el deporte

Los primeros años siempre estuvo rodeada del deporte, intentó estar en todas las disciplinas posibles. Pasó por voleibol, danza, karate, fútbol, gimnasia, porrismo, baloncesto; pero por diferentes motivos los fue dejando. La pelota naranja la dejó porque le descubrieron dermatitis en las manos y el balompié porque no le pasaban la pelota los niños. 

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Con 10 años ingresó al porrismo, estuvo un año y alcanzó a ser campeona nacional. Sin embargo lo dejó, porque un día de entrenamiento las llevaron al coliseo en el que se entrena gimnasia y desde ahí ella quedó fascinada con esta disciplina. Se cambió de deporte y su familia siempre la apoyó. 

“Sentí que fue un amor a primera vista, me encantaba todo lo que hacían, además era un deporte individual y todo iba a depender de mí. En porrismo creo que no me querían mucho porque se me olvidaban las coreografías de baile, entonces me pasé a gimnasia y me fue muy bien en los aparatos de piso y salto”, expresó. 

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Deportista de gimnasia

Con 11 años ingresó a la Liga de Risaralda, por lo que en ese tiempo solo había gimnasia artística. Debido a que ya tenía algo de idea de las figuras por lo que había hecho en porrismo, quedó en nivel tres, pero en poco tiempo pasó a la modalidad libre, en la que ella escogía su propia música y coreografías. 

Con 13 años empezó a integrar la Selección Risaralda bajo el mando del profesor Alexander Betancur. La competencia que más recuerda Mayra, fue en 2009 en Sogamoso, Boyacá. En esta consiguió clasificar a la final de barras asimétricas y tener un cupo a un evento internacional. 

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“Recuerdo que quedé de cuarta en la ronda de clasificación y eso no me daba para avanzar. Sin embargo, la que quedó de tercera tuvo una ampolla en la mano que no la dejó competir, entonces me llamaron a mí. Yo no me presenté por algunos motivos y ese día fui a conocer el pueblo. Pude haber sido medalla de bronce pero eso lo entendí después”, comentó. 

Momentos para tomar decisiones

El cupo internacional no se lo quitaron a pesar de no haberse presentado en la final, tenía que mejorar la rutina si quería pelear un podio en el evento. Entrenó fuerte antes de la competencia, pero las cosas en su casa no estaban de la mejor manera. El negocio familiar tuvo que cerrar por temas económicos y Mayra tuvo que buscar soluciones para poder seguir en gimnasia. 

Su hermana Natalia, quien es ciclista profesional, la ayudó con el pago de la mensualidad un tiempo. Pero, la situación afectó el rendimiento de la risaraldense y se notaba durante los ejercicios, ya que se caía de los elementos por no tener la suficiente concentración. 

“Yo tenía que empezar a ayudar en la casa también, así que hablé con William Cano para ver cómo podía pagar mi deporte, él me dio dos grupos con bebés de 1-2 años para trabajarles estimulación y matrogimnasia. Eran días muy pesados, yo estaba en el colegio, daba clases y luego entrenaba, entonces decidí dejar de ser deportista para enseñar”, aclaró. 

En 2010 terminó el colegio y estaba dedicada solo a dar clases. Su objetivo era estudiar Licenciatura en Deporte, pero no encontraba la universidad que le diera el tiempo para combinar ambos aspectos. 

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Enseñar, una pasión

Quien la inspiró a ser profesora fue su entrenador de toda la vida fue Alexander Betancur, lo vio como una persona que quería seguir por su conocimiento deportivo, pero a la que quería superar en la manera de transmitir la información. Él también la motivó a estudiar la Licenciatura en Pedagogía Infantil. 

“Con Beta tuve algunos traumas como deportista pero me enamoró de la enseñanza. Él es una persona que es fuerte para decir las cosas y yo siempre se lo he dicho, son estilos, pero ese no es el mío. Me dijo que estudiará lo que estudié porque siempre he trabajado con niños, me mostró la U. del Tolima y hasta me dio los horarios”, sostuvo. 

En 2012 conoció a uno de los pilares de su vida, César Hincapié, el novio. Fue quien la motivó a presentar proyectos como independiente y así consiguió su primer trabajo en el jardín Mis Pequeños Científicos de Dosquebradas, con clases extracurriculares. Igualmente, seguía laborando con la Liga y un club de ballet. 

Independencia absoluta

En 2014 creó un grupo en el Club Campestre por una sugerencia de la abuela de una deportista. Allá consolidó un grupo de 20 niñas, a las cuales llevaba a los festivales de la Liga, pero todavía no tenía un club consolidado. Por eso 2015 se volvió uno de los años importantes. 

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“Ese año retomé la universidad desde tercer semestre luego de un tiempo de haber parado. Dejé de trabajar en la Liga y mi novio me dijo que me independizara del todo, pero yo tuve mucho miedo de hacerlo. En 2016 empecé con la construcción del club, del cual me dieron reconocimiento deportivo hasta 2018”, dijo Mayra. 

Empezó a dar clases personalizadas y a grupos de niñas, pasó por El Nogal, Bulevar del Bosque, además del Club Campestre. Su Club de gimnasia Jumpers, ha ido tomando fuerza en la ciudad, tiene más de 45 deportistas desde los 2 años en adelante. Además ya tiene grupos con hombres y mujeres. 

La pandemia le hizo pensar en nuevos proyectos, estuvo dando clase de manera virtual durante dos meses. Sin embargo, no ha tenido el espacio suficiente para poder estar con sus grupos, es por esto, que en los próximos días abrirá junto a César, el gimnasio Bellator, en el que se hará gimnasia y entrenamiento funcional. 

“Sueño con ver mi propio gimnasio, en el que la gente entienda que hay que hacer deporte. Me veo casada y con hijos, pero espero seguir siendo risueña y feliz como lo soy. Mi meta más grande, es que mis alumnos se enamoren de la enseñanza, que sea en lo que sea que estén, puedan aprender a transmitir el conocimiento”, finalizó. 

“Unidos somos más. Más deportes más región”

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1 respuesta

  1. Adriana Parra dice:

    Muy orgullosos de ti Mayra, gracias por todo lo que le enseñas a las niñas.

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