¡El orgullo de ser risaraldense!

El orgullo de ser risaraldense

Foto / Carlos Marín

Por estas fechas, enero 2017, enviaba las primeras fotos como colaborador de Semilleros Deportivos, lo hacía desde el Ponyfúbol en Medellín.  Recuerdo que en aquella ocasión, Dosquebradas de la mano del técnico Carlos Osorio, le mostraba al país el talento femenino que hay en este departamento.

Del otro lado a través de mis redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram, realizaba publicaciones relacionadas con los futbolistas risaraldenses en la liga, todo en el marco de validar desde otra tierra el talento que se cultiva en  Risaralda.  Me fui, pero nunca renuncié a sentirme orgulloso del lugar que me vio nacer.

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Me afané por llegar a inmediaciones del Deportivo Independiente Medellín por Leonardo Castro, un jugador con una historia impecable con la que me sentía identificado, que además recién salía de la ciudad, de cierta manera éramos dos foráneos lejos de casa. Leo, un jugador conocido, reconocido y aplaudido en el momento por la hinchada del ‘Poderoso’ se convirtió en el nodo que utilicé para estar pendiente del Medellín, del fútbol paisa. Siempre que hablaba con un hincha del DIM reseñaba al goleador, contaba lo bien que lució con Deportivo Pereira en tiempos pasados. Los del DIM siempre me escuchaban, aún lo hacen.

Sin embargo regresé después de estar un par de años ausente, después de haber recorrido municipios antioqueños, después de haber conocido procesos que desde la idiosincrasia paisa fortalecieron esa región en el deporte y otros campos. Regresé con un deseo inmenso de volver a seguir descubriendo a los antioqueños; pero en el camino me topé con Semilleros Deportivos.

Semilleros Deportivos me invitó a descubrir mi propio departamento, me abrió las puertas para quedarme, desde esta casa me permitieron participar de una propuesta responsable con la profesión, con el deportista, con la sociedad; encontré una idea llamativa de periodismo joven en un lugar donde creí no encontrarla, entonces empecé a caminar Risaralda,  a recorrerla, a sentirla, pero esta vez, detrás de los deportistas.

Inconscientemente  Semilleros Deportivos me devolvió la pasión por buscar el talento local, esa pasión que estaba intentando recuperar en Tras La Cola de la Rata, otro gran medio en Colombia, pero que lo hacía desde un espectro lejano al deportivo, allá en las comunas de Medellín donde encontraba a gente orgullosa de la montaña.

La experiencia en este año de trabajo como colaborador invitado y colaborador activo me han servido para encontrar ese talento que reseñaba desde la lejanía, esa conexión inevitable que el ciudadano debe sentir con el lugar que le permitió crecer. Esa necesidad del periodista deportivo por encontrar en algo más que fútbol la razón que lo invita a amar el territorio. ¡Ay de los periodistas que no se han conectado con su territorio!

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Semilleros también me devolvió la fe en el periodismo, porque los medios tradicionales me hicieron dudar acerca de la continuidad en este oficio. Las estructuras de los medios tradicionales están construidas para sofocar al colaborador, para no dejarlo explorar el mundo, para que desde un escritorio se privilegie la publicación acelerada por encima de la experiencia misma de sentir el hecho, de indagar e ir más allá. ¡Qué culpa! La monetización de los medios tradicionales de información es así, la dinámica del tradicional controla el deseo de salir a la calle, solo unos pocos que se aventuran a hacerlo con libertad, sobreviven en un mercado laboral incierto.

Gracias a Semilleros Deportivos por reconectarme con Risaralda, por dejarme ver que el orgullo que siento por este departamento está más vivo que nunca, por dejarme explorar el mundo que me negué a ver antes de irme, antes de entender el talento inmenso que tiene este lugar.

“Unidos somos más. Más deporte, más región”

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