La preparación mental del deportista es tan importante como todas las demás

Foto / Pablo Bohórquez

Es necesario retomar la idea de la preparación integral para fortalecer las comprensiones con relación a lo que significa la alta competencia.

El deportista de alto rendimiento, es solo el reflejo de una serie de procesos que poco a poco lo van llevando por el camino de la alta competencia. Pero ese camino suele ser lento, estrecho y hasta hostil cuando las condiciones físicas son exigentes, pero también cuando otros determinantes internos o externos influyen en su proceso, de forma directa o indirecta.

Si bien, la alimentación juega un papel tan fundamental como el momento del calentamiento o el estiramiento, también la mentalidad y el estado anímico son indispensables antes, durante y después de la competencia.

Aunque existen diversas alternativas para fortalecer el componente mental, casi siempre las más conocidas se inclinan por el Coaching Ontológico o la Programación Neurolingüística; incluso algunas estrategias motivacionales enmarcadas en incentivos (premios o reconocimientos) resultan como propuestas que buscan derivar en mejores resultados, motivando desde la emocionalidad.

Sin embargo es necesario explorar más alternativas; actualmente la Educación Experiencial también permite vivir situaciones y procesos que parten desde la acción y la reflexión, donde competir para ganar no se ubican como centro, si no  más bien planear para actuar de manera estratégica, desde el liderazgo, la comunicación asertiva y hasta la puesta en común de metas y objetivos, que permiten negociar con sigo mismo, o con los demás, nuevas formas de actuar y enfrentarse al reto de competir.

Los niveles de concentración, actitud y positivismo, tienen fuerte relación con los niveles de tranquilidad, goce y placer de la vida cotidiana. Buscar estos niveles o estados, contribuyen a que mentalmente, el deportista pueda proyectarse en el logro de los objetivos. Por esta razón, invitar al atleta a que se sienta alegre consigo mismo, con los demás, y sobre todo a que viva la tranquilidad (vista como confianza y plena comprensión de su preparación), le permitirá incluso disfrutar de la competencia.

La competencia no debe ser vista como un momento de tensión, angustia o temor; por el contrario, si antes, durante y después de la misma existe la posibilidad de sentirse alegre y feliz, es muy probable que los buenos resultados se vean en el podio.

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