Falcao: el hombre que nos enseñó que la fe, es lo último que se pierde

Falcao: el hombre que nos enseñó que la fe, es lo último que se pierde

Fotos / Instagram scespn

Radamel Falcao García, aquel que hace cuatro años lloró por quedar fuera del Mundial de Brasil debido a una lesión, hoy volvió a llorar, pero esta vez de felicidad al marcar su primer gol mundialista.

Para muchos entendidos del fútbol, la historia de Radamel Falcao García es muestra de que todo llega en el lugar y momento indicado, hablar del goleador samario es retroceder cuatro años atrás, donde en conjunto con el cuerpo técnico de la Selección, se tomaba la decisión más dura para un futbolista de su categoría, dejarlo afuera de la lista definitiva, debido a su lesión y dura recuperación.

Todo un acontecimiento si miramos que en ese momento era el jugador por el que Colombia entera había vibrado de emoción cuando el Tigre nos regaló los goles en la última jornada, frente a un aguerrido seleccionado chileno, dejando a Colombia clasificado a su gran sueño: el Mundial.

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Pero su vida y la del país, tendrían una de las peores noticias deportivas, cuando aquel 22 de enero de 2014, en un partido sin trascendencia y frente a un equipo de cuarta división de Francia, el Tigre salió en camilla y algunos días después se confirmó lo que muchos no querían escuchar, una grave noticia, Falcao se había roto los Ligamentos Cruzados que lo dejaban fuera del Mundial Brasil 2014, pero él con su fe y su pujanza, no desfalleció, por el contrario, siempre intentó recuperarse en los pocos meses que tenía para llegar, pero finalmente, su sueño se postergaría cuatro años más.

A partir de ese momento, la carrera de Radamel no fue la misma, aquel goleador por el que muchos equipos se peleaban su fichaje y por el que incluso alguna vez catalogaron como el mejor nueve del mundo, pasó a ser despreciado por miles de equipos, grandes y chicos. El Manchester United que en ese momento era dirigido por Louis Van Gaal, lo fichó en los últimos momentos antes de cerrar el libro de pases, pero su paso por el teatro de los sueños no fue el mejor, tan solo jugó 29 partidos y marcó cuatro goles, durante la temporada que estuvo, donde fue más suplente que titular.

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Chelsea también apostó por él, cuando José Mourinho era el entrenador, pero ocurrió lo mismo, la mayoría del tiempo estuvo sentado en el banco, tan solo jugando 12 partidos y anotando un gol. Las cosas no podían estar peor para el samario, del cual toda la prensa del mundo comenzó a catalogar como un exjugador. Pero Falcao tenía un As bajo la manga, se devolvió para el principado a jugar con el Mónaco, un equipo que ya no contaba con grandes figuras, pero en el cual contaba con toda la confianza del entrenador Leonardo Jardim, quien lo convirtió en su referente, en su capitán, lo lleno de confianza y volvió a rugir aquel jugador que puso a celebrar a Colombia.

En sus momentos más duros, su familia fue el pilar trascendental que lo ayudó en su difícil momento, su esposa Lorelei Tarón y sus tres hijas se convirtieron en su polo a tierra y en el que ahora comenzaría a trabajar por su nuevo sueño: Rusia 2018. Las cosas ahora parecían sonreírle a un ser humano sencillo, humilde y con muchas ganas de recuperar su forma, esa que lo llevó a ser ídolo de grandes y pequeños, por el que toda Colombia coreaba en el estadio, por eso su decisión de volver a Francia, allí volvió a rugir un tigre, el goleador que muchos decían se había perdido, pero que gracias a su creencia en sí mismo, su trabajo, su esfuerzo, su entrega, volvió a recuperarse y ser el de antes.

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En las Eliminatorias a Rusia tuvo grandes momentos, como aquel inolvidable gol de cabeza que le dio el empate a Colombia frente a un intratable Brasil, que hasta ese momento no había empatado ni perdido sus partidos. Llegó el momento de las listas, primero la de 35 y luego la definitiva de 23 y allí un nombre sobresalía de los demás, Radamel Falcao García vivía su propio sueño, poder jugar su Mundial. Llegó el momento, el 19 de junio del 2018 fue capitán de la Selección frente a Japón en el Saransk, Rusia, aunque el resultado no acompañó su alegría por debutar, su felicidad era evidente, lo había conseguido, jugó sus primeros 90 minutos en el Mundial.

Cinco días más tarde, volvió a salir al terreno de juego como capitán, esta vez en Kazán, frente a Polonia, a priori el rival más complicado del grupo, pero que llegaba herido por la derrota frente a Senegal, Transcurrían 69 minutos de juego, con Colombia arriba 1 – 0, dominando el juego y un pase al vacío de Juan Fernando Quintero al minuto 69, dejó mano a mano al tigre frente al polaco Szczesny, quien vio como el actual goleador en la historia de la Selección Colombia conseguía su gol 30 y el primero en un Mundial.

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Un grito que más de 50 millones de colombianos esperaba, que a más de uno sacó lágrimas de felicidad, pero que sin duda alguna, cumplía el sueño de ese guerrero incansable, que al final del juego dijo emocionado “anoté el gol con el que soñaba desde niño. Pero lo importante fue que se logró una victoria bien trabajada, con lucha, buen fútbol y demostrando que tenemos equipo para hacer más en este Mundial”.

La vida ahora le sonríe a un ser humano que nos enseñó que la vida tiene muchos obstáculos, pero que en el momento y el lugar indicado, Dios te devuelve las alegrías.

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