El diálogo sobre el fútbol femenino debe llegar a colegios y universidades

Carlos Marín / Periodista Deportivo

Se calman las aguas y el panorama empieza a mostrar disposiciones que podrían beneficiar a las mujeres que practican fútbol en Colombia y que tienen los deseos de llegar a la Selección Colombia y a competir en una Liga Profesional; pero no es suficiente, se requiere de un trabajo grueso que resignifique el valor de la mujer deportista. 

Después de las denuncias que se hicieron públicas sobre supuestos acosos sexuales y vetos al interior de la Federación Colombiana de Fútbol, la situación se empieza a aclarar en favor de las deportistas, donde por supuesto los llamados a ceder fueron los miembros de los organismos que dirigen los destinos del fútbol nacional.

Sin embargo más allá de lo que se pueda conversar en las reuniones programadas entre las futbolistas y la dirigencia deportiva, es menester que esta situación sirva como antecedente para que en Colombia se empiecen a abrir diálogos profundos sobre lo que significa para la mujer realizar actividades deportivas de manera amateur o profesional.

El fútbol femenino puede ser el hilo conductor para comprender la serie de irregularidades que aquejan al deporte en las mujeres, que no necesariamente tienen que ver con acosos sexuales, vetos, pagos por convocatorias; el ambiente para ellas es mucho más complejo y desde prácticas menos ofensivas, pero igualmente lesivas, se generan comportamientos donde ellas se empiezan a sentir vulneradas.

En las clases de Educación Física en las instituciones educativas, cuando los docentes no permiten que se adhieran a trabajos supuestamente presupuestados para varones, es decir, cuando se les prohíbe realizar actividades  lúdicas de fuerza y resistencia. Los claustros académicos deben garantizar a las niñas y adolescentes que su experiencia con el deporte no sea una relación cercana con la vulneración de sus derechos, el no reconocimiento de sus capacidades.

Foto / Carlos Marín / Club Deportivo Quibdó

Luego la construcción actividades académicas que permitan a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes comprender la valía de la mujer en el deporte. Talleres, foros, conferencias, exposiciones y demás, hacen parte de este proceso.  Todo lo que se trabaje en las instituciones educativas sin duda, ayudará a que el mensaje llegue a los hogares, núcleo donde la reflexión debe generar mejores resultados.

En las universidades el discurso tiene que invitar más a la interpretación, a la argumentación y la práctica a través de proyectos que en articulación con los sectores público y privado, impacten de manera más frontal a la población respecto a las necesidades que tiene la mujer en su relación con el deporte. Los programas de Comunicación Social- Periodismo, Sociología, Psicología, Ciencias del Deporte y la Recreación, Entrenamiento Deportivo, posgrados en Desarrollo Humano, Gerencia Deportiva, Comunicación para el Desarrollo u otras áreas complementarias que pueden aportar desde el ‘alma máter’ en la construcción de una cultura que resignifique a la mujer deportista.

La mujer deportista necesita de más y mejores puestos en la dirigencia deportiva, la mujer deportista necesita ser representada, la mujer deportista busca becas de apoyo para su cualificación, la mujer deportista quiere liderar procesos. La mujer deportista no merece menos por ser mujer.

El diálogo en colegios y universidades será crucial para entender después de 40 años, que el deporte para ellas también puede ser visto como negocio.

«Unidos somos más. Más deporte, más región»

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *