Al fútbol femenino profesional no se le puede seguir maltratando

¡Un mal mensaje dejan los rectores del fútbol en Colombia! Quienes manejan los destinos de la pecosa en el país, no parecen muy interesados en brindarles las garantías necesarias a ellas para que el fútbol femenino profesional viva un cauce natural en su desarrollo.

La historia del fútbol masculino no es perfecta, pese a los más de 150 años de existencia que han servido para perfeccionarlo, persisten las desigualdades; pero al fútbol profesional para la mujer sí que le está tocando remar contra la corriente en tiempos cuando no debería suceder.

Canchas en mal estado, condiciones salariales indignas, falta de acompañamiento médico y sicosocial, son las constantes en la maltrecha Liga Águila Femenina, promovida desde la División Mayor del Fútbol Colombiano, Dimayor; la Federación Colombiana de Fútbol, con el consentimiento de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA.

Y es que para el 2017, cualquier asomo de buena voluntad terminó en la alegría de las féminas y el surgimiento de la primera versión de una competencia profesional, con todos los condimentos que está preparación exigió en materia deportiva, económica, política y social.

Ellas se quitaron los tacones para ponerse los guayos y así como los varones, permitirse soñar con la gloria en este deporte; sin embargo el camino ha sido escabroso, son dos versiones de la liga que dejan sensaciones de insatisfacción entre quienes quieren creer que es posible tener mejores garantías, y entre quienes deben marcharse a Norteamérica y Europa para ser respetadas en su profesión.

El fútbol femenino en el país dio una gran paso en febrero del 2017 en el primer partido entre Pasto vs Cortuluá, paso que se ratificó en la gran final con más de 33.000 espectadores en el estadio El Campín de Bogotá, cuando Santa Fe se proclamó campeón de la primera edición de este torneo. Luego, llegaron los balances para evidenciar que fue una liga corta, que no les permitía a las deportistas sumar tiempo de trabajo y así acondicionarse en lo que mejor saben hacer, pegarle a la pelota.

Foto / Pablo Bohórquez

El 2018 rodó de nuevo con la segunda versión, y pese a las inconformidades expresas en los meses previos, la  excusa del Mundial de Rusia provocó un campeonato relámpago cargado de incertidumbres, pues en lugar de favorecer desarrollos deportivos y económicos para las futbolistas, desnudó problemáticas que no se conocieron en la primera versión.

¿Qué sentido tiene jugar tres meses al año?, muy poco entre quienes se han preparado para el alto rendimiento. Eso fue lo que ofreció el formato de la Liga Águila Femenina 2018, que por llevar el nombre de una marca privada, debería por lo menos respetar los deseos de las jugadoras y propender por reducir la brecha que existe entre la dignidad laboral y un trabajo que linda con la informalidad.

En Deportes Tolima por ejemplo, las jugadoras no pueden ingresar a los mismos espacios que los futbolistas varones, en Deportivo Pereira, los servicios médicos solo contemplan algunos servicios para los hombres. Teniendo ellas que buscar su propia atención en Fisioterapia.

Respetar la dignidad de la deportista mujer implica llenar de significado su trabajo, esto no solo desde las campañas que promueven su visibilidad, sino desde las condiciones laborales que podrían brindar los clubes profesionales.

Si bien la Liga de Desarrollo, promovida por la Confederación Sudamericana de Fútbol, Conmebol, pretende dar vida a un contexto integral en el Fútbol Femenino, creando procesos sólidos de fútbol base. ¿Qué hacen quienes no han tenido el antecedente de participar en estos eventos juveniles?

El desempeño de la Selección Colombia de Mayores es el fiel reflejo que algo anda mal, y aunque fue por esta que el país se llenó de argumentos para darle vida a la liga femenina, es necesario entender que los procesos se construyen con trabajo, y las futbolistas profesionales locales, pasan más tiempo desempleadas, que en competencia.

¿Por qué en la Selección Colombia Sub 17 nos va mejor en la actualidad?, porque las jugadoras juveniles están teniendo más trabajo que incluso las profesionales. En noviembre asistirán al Mundial de Uruguay, deportistas que acumulan más trabajo que futbolistas de Santa Fe, Envigado, Deportivo Pereira. Jóvenes que tienen dos y tres Interligas en el año.

Si desde ya no empezamos a respetar a quienes han dedicado décadas a este deporte, cada año tendremos nuevas discusiones sobre lo mal que se pasa en la Liga Femenina de Colombia. ¿Seguiremos irrespetando a nuestras profesionales?

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