Análisis: adaptaciones morfofisiológicas del atleta de alto rendimiento en voleibol

Foto/Jonh Jairo Bonilla para Semilleros Deportivos

Por: Juan Pablo Pizarro Balvin. Estudiante de Medicina – Universidad EIA

Cuando se practica un deporte, el cuerpo genera cambios estructurales, creando así adaptaciones agudas conocidas como cambios orgánicos; estas ayudan a regular las funciones durante la práctica de ejercicio físico, evitando daños metabólicos y fisiológicos.

Estos cambios sólo se dan cuando se hace ejercicio, y se vuelve a la normalidad cuando se termina de realizar actividad física. Sin embargo, son las adaptaciones crónicas las que ayudan a mejorar la condición física de todo el cuerpo, creando así cambios anatómicos y fisiológicos que son transversales en los atletas de alto rendimiento. Sin embargo, como todos son diferentes y requieren habilidades y técnicas diferentes, cada deportista según su disciplina desarrollará adaptaciones específicas que lo ayudarán a ser mejor en lo que practica.

Es el caso del voleibol, un deporte que se caracteriza por la fuerza muscular del tronco superior, que se necesita para realizar ataques, sacar o bloquear, así como el salto vertical. Los voleibolistas también necesitan coordinación, equilibrio, flexibilidad y resistencia, a pesar de que los rallys son de corta duración, donde los partidos suelen durar, por lo menos una hora y media. Es por esto que, quienes practican este deporte deben mejorar sus capacidades cardiopulmonares y su metabolismo se adaptará; y es importante trabajar los grupos musculares, sobre todo en el hombro, rodilla, piernas, espalda y su core (conjunto de músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura) para corresponder con aquellas adaptaciones morfofisiológicas que sufre el cuerpo.

Los cambios orgánicos se deben a una descarga simpática, lo que libera catecolaminas como adrenalina y noradrenalina, los cuales causan un efecto cronotrópico e inotrópico positivo, es decir, aumentan la frecuencia y contractilidad cardiaca. También pasa un fenómeno denominado reajuste circulatorio, que consta de liberar sangre almacenada para su utilización. Todos estos cambios orgánicos, cesan inmediatamente después de haber terminado de hacer ejercicio y es algo que va a pasar en todas las personas.

En cuanto a las adaptaciones crónicas que hacen los atletas y son transversales a todos los deportes, la más destacada se da en el sistema cardiaco y se conoce como corazón de atleta o miocardiopatía hipertrófica fisiológica. El corazón aumenta su tamaño y va a ser más fuerte (hipertrofia ventricular izquierda) va a tener mayor volumen sistólico para poder eyectar más sangre. En general va a mejorar la eficiencia cardiaca, es decir, busca bombear más sangre con menos esfuerzo; esto debido a que durante el ejercicio, se aumenta el metabolismo al consumir más oxígeno y nutrientes para producir energía y eliminar ácido láctico y dióxido de carbono.

Esto se puede ver reflejado en la frecuencia cardiaca de un deportista de alto rendimiento en reposo, ya que gracias a que tienen más eficiencia, en un momento que no se necesiten tantos elementos se requiere una menor cantidad de latidos para suplir dichas necesidades, por eso, aunque la frecuencia cardiaca normal de un adulto es de 60 a 100 latidos por minuto, la de los deportistas de alto rendimiento se sitúan en los 60 latidos por minuto.

Por otra parte, estudios recientes sobre las adaptaciones morfofisiológicas cardíacas en jugadores de voleibol de alto rendimiento, destacan cambios significativos en la estructura y función del ventrículo izquierdo (LV), influenciados por la posición de juego. Las investigaciones revelan que los jugadores opuestos muestran una mayor dimensión y grosor del LV, junto con una mejor función sistólica en comparación con otras posiciones. Estas adaptaciones incluyen hipertrofia ventricular inducida por el ejercicio, un aumento en el volumen sistólico y gasto cardíaco, todos indicadores de un corazón más eficiente y adaptado al ejercicio intenso y prolongado.

El sistema respiratorio no se puede dejar de lado;

…se ha demostrado que, aunque las funciones pulmonares de los voleibolistas son comparables a las de otros atletas, no siempre presentan una superioridad significativa en algunos parámetros. Estudios recientes señalan que el volumen espiratorio forzado (FEV1) y la capacidad vital forzada (FVC) de estos atletas son similares o ligeramente mejores que las de individuos sanos que no practican deporte regularmente, indicando una mejora en la capacidad ventilatoria y la eficiencia muscular respiratoria gracias al entrenamiento constante. Además, el entrenamiento regular puede retrasar el envejecimiento pulmonar y mejorar la fuerza de los músculos respiratorios, como muestran estudios en voleibolistas tras el análisis de presiones inspiratorias y espiratorias máximas.

Otra de las adaptaciones importantes lo hace el metabolismo, ya que los deportistas al tener que realizar esfuerzos físicos tan extensos, consumen mucha energía que bioquímicamente se traduce en trifosfato de adenosina (ATP). En los primeros minutos van a utilizar rutas anaeróbicas para su producción, pero después pasarán a rutas metabólicas aerobias para poder suplir la cantidad de energía que necesitan durante el ejercicio. Acá utilizan la grasa y los carbohidratos como fuente de energía primaria. Gracias a esto van a tener una mayor eficiencia metabólica.

En los voleibolistas profesionales, el entrenamiento intenso induce mejoras significativas en la eficiencia del consumo de oxígeno (VO2max) y en la utilización de energía durante el ejercicio. Se observa un aumento en la capacidad aeróbica y la eficiencia en la recuperación entre rallyes, así como una mayor resistencia a la fatiga debido a la optimización del metabolismo de lactato. Estos cambios permiten una mejor resistencia durante los partidos, que requieren esfuerzos explosivos intercalados con períodos de recuperación rápida.

Otros estudios, han demostrado que el entrenamiento de sobrecarga excéntrica, como el realizado con dispositivos de rueda inercial, promueve un aumento en el grosor muscular, la fuerza y la potencia, especialmente en el tren inferior, mejorando así el rendimiento en saltos y sprints. Estas adaptaciones son cruciales debido a la naturaleza explosiva del voleibol, que requiere acciones repetitivas de alta intensidad, como saltar y golpear la pelota.

Además, el fortalecimiento isocinético de los músculos extensores y flexores de la rodilla, específicamente en los cuádriceps y los isquiotibiales, ha mostrado mejoras significativas en su fuerza tras programas de entrenamiento prolongados. Este tipo de adaptación es esencial para soportar las demandas físicas del deporte y prevenir lesiones musculares y articulares. En la parte superior del cuerpo, la carga repetitiva sobre el hombro, común en los ataques y bloqueos, genera adaptaciones específicas en los músculos del manguito rotador, aunque también puede aumentar el riesgo de lesiones si no se gestiona adecuadamente el entrenamiento y la recuperación.

Estas adaptaciones son fundamentales para optimizar el rendimiento y minimizar el riesgo de lesiones en estos atletas de élite.

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